Washington. - La cuestión de cómo hacer caer el régimen de Afganistán y, en especial, los escenarios posibles para el "postalibán", es ampliamente debatida en la Casa Blanca, donde existen opiniones divergentes, según fuentes de la administración republicana. El presidente George W. Bush decidirá esta semana -se supo ayer- cuántos recursos invertir en las ayudas financieras a las fuerzas rebeldes en Afganistán, un paso obligado que no provoca divisiones.
Mucho más se debate en la administración Bush, en cambio, la cuestión de si Estados Unidos debe hacer del derrocamiento del régimen talibán una prioridad explícita de su "guerra total" contra el terrorismo. Ese compromiso correría el riesgo de transformar a Afganistán en el "nuevo Vietnam" de Estados Unidos.
La Alianza del Norte
Si bien Washington no derramaría lágrima alguna al ver la caída del régimen talibán, más complicado es el problema de cómo llegar a ese objetivo, y cuán "pública" debe ser la mano norteamericana en su persecución. Los estadounidenses están desde hace tiempo en contacto con la Alianza del Norte, la coalición de movimientos rebeldes que controla una zona limitada de Afganistán, en el norte del país. Es un contacto que puede dar a los norteamericanos importantes informaciones de inteligencia, datos sobre los objetivos militares, y aumentar la presión sobre el régimen Talibán.
Pero la coalición de los rebeldes del norte es inquieta y difícil de coordinar. Controla una zona limitada del país, tiene vínculos históricos con Irán y Rusia, y es mirada con hostilidad por los pashtun, el grupo étnico dominante en Afganistán.
Estados Unidos espera lograr contactos también con los disidentes e insatisfechos del régimen talibán, dijeron las analistas locales. "Hay facciones de los talibanes que no concuerdan con el líder mulá Mohammad Omar -observó el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld-, hay muchos entre los talibanes que preferirían no dar protección a Osama Bin Laden y sus colaboradores".
"Deseamos estar en una posición que nos permita alentar tanto en el norte como en el sur del país a quien está contra el régimen Talibán", confirmó un alto funcionario de la administración norteamericana. El debate en curso en la Casa Blanca es si Estados Unidos debe perseguir abiertamente la caída de los talibanes, extendiendo el radio de acción de su intervención.
"Uno de los peligros es proporcionar a los talibanes el arma nacionalista, pintando la acción de Estados Unidos como una nueva intervención de una potencia extranjera", afirma el politólogo Karl Inderfurth. "Debemos evitar acciones que puedan unificar a Afganistán en apoyo de Bin Laden contra el invasor externo".
Otra preocupación de la administración Bush es evitar una desestabilización política de la región, desencadenada por el vacío de poder en Afganistán, con consecuencias imprevisibles y potencialmente muy peligrosas (es la zona del planeta con mayor concentración de países en poder de explosivos nucleares), según las mismas fuentes. (Ansa)