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 viernes, 05 de octubre de 2007  
Absolvieron al acusado por el homicidio de un albañil
Le imputaban un hecho de marzo de 2006. Los jueces no hallaron sustento en la acusación

Los dichos contradictorios de los amigos de Walter Oscar González, el albañil asesinado en marzo de 2006 a la salida de una cantina, tendieron un puente a la libertad a José Luis Figueroa, quien ayer fue absuelto por el beneficio de la duda al término del juicio oral por el crimen. Los jueces consideraron que esos testigos lo incriminaron tarde y no pudieron explicar por qué no lo sindicaron en sus primeras declaraciones, lo que hizo caer uno de los principales sustentos de la acusación. Y sugirieron que la policía influenció a los conocidos de la víctima para que acusaran a Figueroa.

   La sentencia fue leída ante un puñado de familiares del imputado. Cuando conoció el veredicto, Figueroa se llevó una mano al corazón y le sonrió a su esposa, Rosa R. y conocida como Tuli, quien había declarado en el juicio que la noche del crimen estuvieron juntos en el boliche Mogambo.

   Figueroa estuvo preso desde marzo de 2006 por el homicidio de González, un albañil asesinado de seis disparos minutos después de las 4 del 12 de marzo de 2006, en Mendoza y Matienzo. Esa noche González había ido a bailar a la cantina Divina Greta con unos amigos. Cuando se retiraron del local tuvieron una pelea a patadas y cintazos en la esquina con otros dos hombres y se fueron en un taxi. Pero regresaron porque habían perdido un celular. Allí los esperaba uno de los oponentes, quien increpó y acribilló a González.

   “Yo no maté a González. Lo juro por Dios y mis cuatro hijos”, dijo Figueroa durante el juicio. Siempre sostuvo que esa noche había ido con su mujer a bailar a Mogambo, donde tocaban Freddy y Los Solares. Lo acusaron porque González había mantenido una relación sentimental con Tuli mientras él estuvo preso en la Unidad 3, de donde salió dos meses antes del homicidio.

   No obstante, los jueces Rubén Jukic, Guillermo Fierro y Antonio Paolicelli coincidieron en que la sola presencia de un móvil no es suficiente para condenar. El fiscal Danilo Imhoff había pedido la pena de 24 años porque los amigos de la víctima lo reconocieron como el autor del homicidio.



Dichos relativos. Pero los jueces relativizaron esos relatos. Los amigos de González declararon que esa noche la víctima recibió una serie de mensajes amenazantes por parte del esposo de Tuli, pero nada apareció en los registros de llamadas. Para los jueces, pretendieron “llevar a Figueroa a una inequívoca acusación” con dichos que presentaron “fisuras muy serias” como para ser creíbles.

   Además, en sus primeras declaraciones los testigos no mencionaron a Tuli y su relación con la víctima. Según el fallo, cuando declararon ante Homicidios “todo cambió” y la investigación “se encaminó directamente hacia Figueroa, incluso abandonándose otras pistas claras. Es poco creíble que no haya mediado una reconversión policial hacia los testigos”, evaluaron.

   También señalaron que el taxista y un vigilador privado no reconocieron a Figueroa como el agresor. Y que González había recibido amenazas “de otro lado”. Por todo esto concluyeron que las pruebas son insuficientes para arribar a la certeza que requiere una condena.

   Otros elementos favorecieron al albañil, quien escuchó concentrado la sentencia junto al defensor de Cámaras adscripto Héctor Ceconi. Que una amiga de Tuli la vio esa noche en Mogambo acompañada por un hombre. Y que el vigilador que presenció el ataque reconoció a otros hombres como los agresores y dio sus apodos.

   Para los jueces no puede descartarse que la pelea previa al crimen fuera una gresca habitual y que, al haber “perdido”, uno de los atacantes regresara armado al saber que sus adversarios volverían por el celular.

   Tras un tibio aplauso de sus allegados, Figueroa fue esposado por un agente penitenciario que llevaba bajo el brazo su orden de libertad. l
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José Luis Figueroa junto a sus defensores en la primera jornada del juicio oral. Ayer salió del tribunal con una orden de lilbertad.


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