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 viernes, 05 de octubre de 2007  
Presos y poetas unidos por el amor a la palabra
Escritores latinoamericanos asistentes al Festival de Poesía visitaron la cárcel rosarina

“La poesía es un rincón luminoso donde nadie puede hallarnos”. La frase, escrita con tiza en el pizarrón de la Unidad Penitenciaria Nº3, sirvió —paradójicamente— para abrir un encuentro inédito entre una veintena de poetas latinoamericanos que participan del Festival Internacional, y los presos que encontraron en la palabras una forma de libertad. Ayer por la mañana, en un mismo espacio, la emoción en la lectura de los textos y la experiencia compartida acercaron diversos mundos en el universo de la literatura.

   La promotora del evento fue la coordinadora del Taller Literario de la cárcel rosarina, Susana Valenti, y se desarrolló en el marco del XV Festival Internacional de Poesía (vigente hasta mañana en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia).

   Fue así como reconocidos poetas de Venezuela, Cuba, Perú, Colombia, Guatemala, España, Estados Unidos y escritores nacionales traspusieron las rejas del penal para conocer una realidad intramuros donde también se respira poesía.

   La lectura de los textos se fue entremezclando como la trama de un tejido. Un intercambio cultural donde se borró la frontera que imponen los barrotes. “Siento que nos expandimos en un lugar como éste, donde muchos nos discriminan. Es muy importante que vengan a conocernos, porque la poesía me dio libertad, mi pensamiento se abre, no hay límites y en ese momento no estoy acá”, dijo con expresión Horacio, un recluso de 29 años con seis años de condena.

   Leonardo leyó varios de sus poemas y fue uno de los primeros en hacer contacto con los poetas que fueron a visitarlos. “Es una experiencia muy gratificante comunicarme con personas de otros países que escriben”, dijo el recluso, quien hace siete años que está entre rejas.



Conmovedor. Eduardo Mileo es porteño y leyó una poesía gestada en la crisis de diciembre de 2001 que emocionó a todos. “El hecho de venir a hablar con gente que perdió su libertad es conmovedor, es un choque muy fuerte. El escondite de la poesía es una liberación, porque pueden hacer lo que quieran y no van a ser castigados. Es un regreso a la infancia”, resumió el poeta.

   Por Cuba estuvo Nancy Morejón, quien entiende a la poesía como “un acto de fe, porque el papel aguanta todo lo que le pongan por escrito”. Se mostró sorprendida por la experiencia. “Vinimos a aprender de ellos, es una lección para todos y espero que el festival siempre tenga una visita a la cárcel”, definió.

   El uruguayo Jorge Arbeleche transitó una experiencia como ésta por primera vez, y la que definió como “desgarradora y entusiasta, porque significa que la palabra les da a los reclusos un instrumento de libertad, descarga y expresión que resulta muy loable”.



Medicina. Javier Joser, por España, resumió la fusión de los poetas en una sola frase: “La poesía es una medicina para cualquiera, esté donde esté”. Junto a él, Ariel no paraba de sonreir. “Es muy lindo conocer gente nueva, charlar y compartir nuestros poemas, porque estamos despreciados por la sociedad y nunca lo vamos a olvidar. Me siento libre, la poesía la conocí acá adentro”, dijo el joven que hace 4 años y 9 meses está recluido.

   Mauro tiene prisión perpetua y espera en 6 años salir con permiso. “Nadie tiene asegurada la libertad, mucha gente que está afuera vive presa en cárceles que se hacen y nosostros desde acá adentro podemos demostrar que la libertad existe y depende de cada uno cuánto tiempo queremos estar presos”, dijo el recluso que cayó tras las rejas a los 19 años.

   En el salón de la Unidad 3 se juntaron plumas destacadas de la poesía con ignotos buscadores de otros mundos lejos de una realidad tan cruda como adversa. Muchos están condenados por robar o matar. Ayer nadie resultó ser distinto al otro. La poesía logró el milagro de igualarlos. l
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El intercambio entre el afuera y el adentro del penal distinguió el encuentro. Para los presos, “la poesía da la libertad”.



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