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 domingo, 12 de febrero de 2006  
Revistas. Recovecos, la cultura autogestionada
"La creación no tiene vencimiento"
Informal, divertida, inclasificable. Así puede definirse la propuesta de una revista que salió de Córdoba y está empezando a recorrer el país

Osvaldo Aguirre / La Capital

Escritores, periodistas, plásticos, amas de casa, administrativos y hasta albañiles conforman el grupo editor de Recovecos, una publicación autogestionaria que se edita en la ciudad de Córdoba y está empezando a circular por distintos puntos del país. "Tratamos de hacer una revista que rescate la voz de las minorías", dice Carlos Máximo Ferreyra, su editor. Pero no es sólo eso lo que la distingue: cada número incluye una abundante y jugosa producción literaria, periodística y artística en la que convergen nuevos y jóvenes creadores y una mirada propia, distinta, para hablar "de cosas que nos preocupan" y "movilizar al lector".

"Empezamos mi hermano mayor Iván Ferreyra, que es el director, y yo -sigue Carlos Ferreyra-. Ahora confluyen bajo un mismo cielo cerca de cincuenta personas que participan activamente, como en la vida, voces de diferentes paisajes. Esto es importante, como en la tele cuando nombran a la gente que está detrás, que nadie ve. Nosotros producimos nuestras tapas y las últimas las hicimos en la casa de un amigo que no escribe en la revista, no hace fotos, nada, pero es uno más y por eso está en todas las fotos".

En el origen de Recovecos estuvo la necesidad de manifestarse "y darle sentido a un discurso de acción que esperaba inquieto adentro nuestro". Algo que se tramó con "nuevas lecturas, mucho cine, música y una nueva legitimación cultural" mezclada con lo que Ferreyra llama una mística del campo. "Nosotros crecimos en un pueblo al sur de Córdoba y quizá esta posibilidad de expresarnos era también decirle a la ciudad que estábamos acá", explica.

Recovecos publicó hasta el momento diez números, contando desde el cero, y tiene su sitio en la web (www.revistarecovecos.com.ar). La diversidad de su grupo editor se corresponde con la multiplicidad de contenidos, con frecuencia atípicos para lo que se entiende por una publicación cultural. En su octava entrega, por ejemplo, incluyó un notable dossier sobre boxeo, con entrevistas a boxeadores (entre ellos el ex campeón mundial Gustavo Ballas), exploraciones de sus rastros en cine y literatura, un análisis del boxeo femenino y frases más o menos célebres pero igualmente significativas ("Trato de darle a mi adversario en la punta de la nariz, porque intento hundirle el hueso en el cerebro", dice por ejemplo Mike Tyson).

"Cuando uno concibe un producto cultural autogestionado, independiente, está estereotipado con esas conductas divisorias de ser distinto -dice Ferreyra-. Siempre te tocás con alguien, pero naturalmente la revista fue construyendo una identidad visual muy fuerte. Creo que es lo que más la separa de otras revistas y lo sabemos. Después de varios números reforzamos esa idea porque además eso nos mostraba una señal clara de que estábamos haciendo algo por lo menos interesante".

¿Cuál era la propuesta original? "Las pretensiones -responde Ferreyra- siempre estuvieron ligadas a movilizar al lector. Ni educarlo, ni llevarlo de la nariz a interpretar una idea; sí el desconcierto, la búsqueda, que es la nuestra también".

Ese diálogo con el lector comienza desde la tapa, ya que cada número se presenta con un subtítulo distinto. No se trata de argumentos de venta. "Los subtítulos funcionan como pistas de interpretación. La tapa no es un afiche de titulares, uno no consume la revista porque lee lo que viene adentro. Es un riesgo compartido. En el número 8 dice «la anomalía», porque anticipa que vamos a hablar de algo no convencional, la chica de la tapa con su aspecto dark refleja el cuerpo de la escritura, lo oscuro del interior, pero también su luz".

"Ciudad de espejos" es el subtítulo del último número. "Hablamos sobre la belleza, de cómo nos vemos, de cómo nos escondemos, de los espejos rotos y de las imágenes que devuelven. Cada palabra tiene su peso, porque al igual que (el poeta) Alejandro Schmidt pensamos que no hay palabra inocente, como no hay hombre inocente".


En movimiento
No es sólo hacer la revista. "Organizamos muestras de pintura, de fotos, viajamos por el país presentando la revista, haciendo charlas con los colaboradores, estamos siempre en movimiento". Desde el año pasado Recovecos cuenta con una editorial propia (ver aparte). "Es clave el hecho de que el proceso creativo no tiene fecha de vencimiento, por lo cual, todo el tiempo, la gente ve luz y sube", dice el editor de la revista.

El número 8 presentó un extraño contrapunto entre el dossier de boxeo y otro dedicado al suicidio. "Hacía un tiempo habíamos visitado un pueblo en Tucumán donde todas las semanas había un suicidio -cuenta Ferreyra-. No había un componente único, las causas eran diversas, pero ninguna tenía que ver con el hambre, como se hablaba de Tucumán por todos lados. La mayoría estaban relacionadas con lo emocional. Con el amor, el desprecio. Esa era la nota fuerte y buscamos otros complementos".

El desarrollo de ese número fue en parte obra del azar. "En esos días conocí a un remisero, un personaje -sigue Ferreyra-. Un tipo que había sido boxeador amateur, la historia parecía interesante y nos juntamos en un bar. Durante esa charla surgió la idea de contraponer los dos temas, que aunque parezcan distintos, tenían que ver con la complejidad de la vida y de la muerte, con esas elecciones que uno debe hacer frente al abismo. Ese número, creo yo, es el mejor que hemos hecho".

Por ese lado surge también la reflexión sobre el lugar propio de las revistas en el marco de las publicaciones. "Los diarios tienen convenciones para no publicar informes sobre el suicidio ya que los especialistas creen que es contraproducente. El límite es saber hasta dónde vale la pena arriesgarse, a nosotros nos parecía necesario y resultó bien. Además, las revistas deben ocupar ese lugar que los diarios no ocupan por la inmediatez: el de la reflexión, el de la búsqueda".

Ferreyra apunta que el mercado es una discusión pendiente para las revistas culturales y literarias. "Porque la mayoría de los productores de cultura piensan que la gente no lee o no consume revistas culturales porque es ignorante y no se preguntan qué están haciendo mal. Porque hay mucha autocensura, porque seguimos creyendo que la gente que está a cargo de dependencias de cultura son capaces de voltear una nota. Porque nos creemos que decimos lo que nadie dice y al final terminamos diciendo lo mismo", dice.

Recovecos apuesta a construir su espacio allí donde todo parece estar dicho. Un deseo que Ferreyra explica así: "En el periodismo cultural se habla bastante de lo mismo, de los mismos autores, del negocio, pero sobre eso y paralelo a eso tenemos que seguir construyendo territorios propios donde podamos sobrevivir. Tarde o temprano nos van a ver".
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Al sol. Los integrantes del Staff de Recovecos.

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