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 domingo, 29 de enero de 2006  
"Mamá nos ataba para no perdernos en la multitud"

En el monoblock cinco del barrio 7 de Septiembre hay un departamento que es inconfundible. En el pequeño hall de entrada se apilan sombreros, trajes multicolores y brillantes, además de estructuras de casquetes, entre otros elementos. Adentro, cinco mujeres bordan lentejuelas, pegan y recortan telas y prueban sombreros de goma espuma a la hora de la siesta. "Mi mamá nos ataba con una soguita para no perdernos entre la multitud, ese recuerdo me caló hondo y comencé a fondo con este trabajo de los festejos del carnaval", comenta Nélida Del Mármol, 50 años, cuatro hijos, en medio de su casa convertida en un gran taller de trabajo.

Los recuerdos imborrables de su infancia fueron el motor para protagonizar y remar por un nuevo carnaval rosarino. Ahora es la directora de la comparsa "El sueño del Rey Momo", que agrupa a unas 120 personas. Ya en 1999 y 2000 Nélida se entusiasmó con los corsos que se realizaron en el Scalabrini Ortiz, todo lo demás fue voluntad, ganas y trabajo. Dos de sus hijos participan de esta cruzada y Nélida admite que familia que ve cerca familia que convence para que ingrese a la comparsa.

"Tenemos desde abuelos hasta bebés, es bárbaro", comenta la mujer, pero rápidamente aclara que no es sencillo coordinar y llevar adelante la tarea. Por lo pronto, desde septiembre su hogar se convirtió en el local semipúblico donde se pergeñó la idea de la próxima actuación, de la coreografía, del diseño y confección de cada uno de los trajes y también el lugar donde se aprenden los secretos básicos del rey Momo.

Nélida y su hija Flavia, que es la coreógrafa de la comparsa, afirman que en la escuela de carnaval han aprendido muchas cosas; sin embargo, aclaran que todavía les falta continuar perfeccionándose. "Cuando empezamos estaba Dante Taparelli, y la verdad es que nos enseñó mucho", reconoce Nélida. Una de las cosas que más le enorgullece es saber aprovechar "todo". Y "todo" es todo: cartón, botellas plásticas, telas donadas por los vecinos, plumas de criaderos de pollo, restos de alambre; en fin, todo aquello que se desecha la comparsa El Sueño del Rey Momo lo transforma.

"Hemos llegado a tener hasta un vestido de novia que nos donó un vecino", recuerda Nélida. Pero también hay otras satisfacciones, como la de este año, en que de la mano de un privado llegó a la agrupación un envío de 30 instrumentos para la murga. "Esta persona no quiere que se la nombre y el compromiso es que si en algún momento nuestra comparsa deja funcionar, tenemos que devolverlos así sirven para ayudar a otra", comenta la mujer, antes de volver a ponerse los anteojos para seguir cosiendo vestidos propios de una princesa.
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