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 domingo, 29 de enero de 2006  
"Empezamos de chicos a tocar con latas de pintura y palitos en la vereda"

Corría el aciago verano de 2001. La incertidumbre recorría el país y en una calle del barrio Cristalería, zona norte, un grupo de niños de entre 10 y 11 años comenzó a buscar ritmos musicales con palos y tachos de pintura. Los sonidos retumbaban a la hora de la siesta hasta que una de las mamás de la cuadra recomendó: "¿Por qué en vez de hacer ruido, no hacen música?". Y la consigna prendió. Los pibes, que no eran más de cinco o seis, acompañados por nenas que bailaban alrededor, lograron al poco tiempo tener un redoblante, casetas, zurdos y ahora un repique. "La verdad es que en el futuro queremos tener una banda de rock", reconoce Waldo González, de 16 años, uno de los creadores de lo que ahora es la murga "Los carpusas", y va por sus cinco años de trayectoria.

Junto a Martín, de 15, y Facundo de 16, Waldo recuerda que eran "chiquitos" cuando tanto en los jardines del barrio como en las veredas se instalaban con carpas y desde allí comenzaron a desentrañar los elementos rudimentarios de la percusión. Con el tiempo se dieron cuenta de que la música era lo de ellos y comenzaron a participar de los carnavales en los barrios. "Ni nombre teníamos, entonces pensamos que nos podríamos llamar «Los carpusa», por el tema de las carpas que poníamos en las casas y las veredas", comentan al unísono.

Claro que la iniciativa de los chicos fue rápidamente absorbida por las familias. Una de las puntales es Carina Restovich, de 34 años, madre de Waldo. "Todo empezó con los chicos y bueno, en ese momento yo misma y mucha gente la estábamos pasando mal, y esto nos hizo mucho bien, es un trabajo comunitario", destaca. Ella, claro, no fue la única que se entusiasmó: ahora en la agrupación participan 70 niños y adolescentes, que llevan atrás el trabajo de todas las familias.

"No se puede decir quién hace esto o lo otro, todos hacemos de todo, desde pensar en el espectáculo, los trajes, la música; en fin, hay papás que hacen los soportes para los corpiños y mamás que forran los zapatos, es así", explica Carina.

Pero además aseguran que la suerte los acompaña. Y para que no queden dudas se asoma Sonia, una vecina cuya hija integra el grupo, con un enorme paquete de 120 plumas de pavo real que serán el espaldar de la reina de la comparsa. "Cuando vimos que el animal perdía las plumas, no lo podíamos creer y las empezamos a juntar una por una", relata la mujer mientras muestra las extravagantes piezas multicolores. Todo un tesoro que brillará no sólo en los corsos del Distrito Norte, sino también por Oroño.

Carina y el resto de las madres reconocen que todavía no tienen una formación de comparsa, pero aseguran que están camino a ella. "Si pensás que una como las de los carnavales más tradicionales tiene por lo menos de 200 integrantes, todavía nos falta mucho, pero estamos aprendiendo", asevera. Su madre Gloria confiesa que este año aflojó un poco con las tareas de la agrupación. "Es que un año terminé en el hospital enferma del pecho de tanto coser y coser", relata, al tiempo que no cesa de repasar las piezas del vestuario que se estrenarán en pocos días.

Por lo pronto, los carpusa ya fueron invitados a algunos programas de la tele, y también han animado fiestas de cumpleaños, y mientras tanto algunos de ellos se preparan para comenzar a estudiar música ya que hasta ahora fue todo de oído. Todo un futuro por delante que empezó con tachos y palitos.
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Integrantes de Los Carpusa.

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