El artista toca mañana en el Auditorio Fundación Astengo

Chango Spasiuk: "Hay gente que no acepta que los Beatles a uno no le signifiquen nada"

El acordeonista acaba de reeditar tres de sus discos. A Rosario llega acompañado de un octeto acústico

José L. Cavazza / La Capital

Nieto de ucranianos, nacido hace 35 años en Apóstoles, Misiones, desde la ciudad bonaerense de General Rodríguez -donde vive junto a su hija y su mujer- el rubio chamamecero llegó a la charla con La Capital en un bolichón del centro rosarino. Chango Spasiuk mete tantas palabras como notas de su acordeón por minuto. El sello BMG acaba de reeditar tres de sus siete discos: "La ponzoña", "Polcas de mi tierra" y "Chamamé crudo". De esto habló el músico, y también algo del nuevo disco que ya está grabado junto al octeto acústico que lo acompañará en el recital de mañana a la noche en el teatro Fundación Astengo.

-¿Cambia la perspectiva sobre tu música a partir de la reedición de tres de tus discos a través de un sello "grande"?

-Me posibilita una relectura de cada disco. "Chamamé crudo" me representa más a mí como el compositor y está muy relacionado con el show en vivo. A la distancia miro a "La ponzoña" y bueno... tocaron tipos como Antonio Agri, el contrabajista Héctor Console. En su momento no lo dimensioné... los invité y se dio. En "Polcas de mi tierra" hay otras cosas, porque es un error asociarme sólo con el acordeón, porque también yo soy mi mirada. No soy sólo el que toca sino también el que arma todo ese universo que se puede ver bien en "Polcas...", porque es un disco que me refleja perfectamente. Estas reediciones vienen bien porque si hoy alguien quiere saber de mí puede encontrar un disco mío en la calle.

-"Polcas..." es como una fotografía sonora, pero es como que el disco solo no alcanza, que falta ver una película o algo así.

-Existe un documental de 15 minutos sobre cómo se hizo el disco, pero también recomiendo que no hay que buscar mucho con la cabeza a la hora de llegar a mis discos, sino más bien dejarse atravesar por la música. Hay una cierta tendencia, sobre todo en la intelectualidad, a controlar o armar un rompecabezas y mis discos van en la dirección opuesta; no quieren dejarse armar o analizar, están hechos para desarmar. A mí me gusta la idea de algo que te desestructura no que te dé las piezas para que vos lo armes y controles. Quiero que un hombre del rock escuche "Polcas..." tocada en medio de la chacra y grabada con un solo micrófono. Suena pretensioso... me gusta la idea del sonido con imágenes, pero no como algo armado para catálogos; que sea una imagen que se arme con quien escucha y no una imagen predeterminada. Como cuando Kandinsky habla de los cuadros en que buscaba los sonidos en los colores desde lo abstracto.

-¿Las imágenes propias tienen que ver con la herencia, la sangre o con la tierra donde creciste?

-Con todo tienen que ver. No puedo negar mi origen ni dónde nací ni tampoco el lenguaje de esta música que tuve la posibilidad de tocar. Aprender ese lenguaje fue una herramienta. Pesan todas esas cosas a la hora de hacer mi música y yo no puedo negar la historia del chamamé, que es un lugar sagrado al cual no puedo entrar para decir estupideces. Ultimamente lo que busco con la música es casi el vacío, la no interpretación, el no análisis; busco sólo la sensación. Generalmente a través de la simpleza, porque sólo voy a buscar la complejidad si realmente lo necesito para crear una sensación.

-Que el chamamé esté demasiado focalizado en Corrientes, ¿está bien o es algo que te molesta?

-Lo que es no se puede negar. Lo que yo creo que afecta es el discurso de muchos correntinos que lo único que hacen es confundir, porque no saben que están hablando de una música que nos excede a todos. Entonces no tiene sentido centralizarla en una provincia, cuando esa vibración y esa combinación de ritmos y cadencias es como una expresión de un territorio geográfico más amplio, que tiene que ver también con Misiones, Chaco, Entre Ríos, Santa Fe, Formosa, sur de Brasil, parte del Paraguay. En ese sentido, sí me molesta un poco la confusión que generan algunos, cuando lo mejor sería hablar de una región que se expresa de diferentes formas con un mismo lenguaje.

-¿Existe algo que te vincula a la expresión del rock?

-No, no. Muchos creen que la libertad de expresión y el desprejuicio son sinónimos del rock and roll, pero el rock hace mucho tiempo que ha dejado de ser eso. De hecho la libertad y el desprejuicio están en todas las músicas e históricamente en nuestras músicas populares. Lo que a mí me acercó a otros géneros fueron las personas y no los géneros. Creo que hay una gran confusión; hay gente del rock que no acepta que a uno los Beatles no le signifiquen nada y en realidad a mí no me significan nada. No se puede pretender que todo el mundo consuma lo mismo, quiera lo mismo, se movilice por las mismas cosas. Para mí la diversidad no es un problema sino un tesoro.

El misionero grabó un nuevo álbum.