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 miércoles, 04 de agosto de 2004

En defensa del arbolado

Coincido totalmente con los conceptos que el lector Alberto Bruno expresara en su carta del 30 de julio pasado. Soy vecina de la zona mencionada por el periodista que escribió la nota publicada el 18 de ese mes sobre los árboles de la ciudad y el valor de las propiedades y puedo asegurarle que los añosos ejemplares que, según el criterio del autor, "obstruyen la posibilidad de tener una buena vista del Paraná", no sólo no molestan, sino que brindan sombra y frescura durante los cada vez más extensos veranos rosarinos, además del inmenso placer que provoca su belleza. No creo que las propiedad se desvaloricen por estar inmersas en una arboleda que es orgullo de Rosario, sino más bien todo lo contrario. Lo que sí podría desvalorizarlas es el enjambre de edificios cada vez más altos que rodean el área y, sin duda, la afean. Con respecto al párrafo en el que habla de "básicas normas de convivencia" y hace referencia a la mutilación que sufrió un eucaliptus casi centenario ubicado frente al Club Náutico Rosario, según me informaron por orden de su presidente, Aldo Pellegrini, sería bueno saber las ventajas de dicho acto aberrante y si el señor mencionado contó con la aprobación correspondiente del organismo municipal responsable. Otro hecho lamentable (entre tantos) fue la destrucción del árbol ubicado en Santa Fe y Laprida, frondoso, bello, útil. En fin, si de "básicas normas de convivencia" se trata, respetemos la vida, la naturaleza y, de una vez por todas, tomemos conciencia de lo que el "pulmón verde" significa. Haciendo referencia a lo que el señor Bruno dice en su carta, espero, como muchos, que las ideas disparatadas no tengan eco y, definitivamente, no sean posibles.

Jorgelina M. de Paladini



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