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 sábado, 10 de enero de 2004

El sector lácteo marcado por ciclos de euforia y depresión

La lechería argentina ha sido y puede seguir siendo uno de los sectores más dinámicos de la economía nacional, debido a sus ventajas comparativas que lo ubican entre los más competitivos del mundo, asegura un informe presentado durante la última conferencia de la Unión Industrial Argentina (UIA).

En la década de los noventa, a partir de la estabilidad económica, la producción se incrementó de 5.937 millones de litros en 1991 a 10.329 millones en 1999, lo que representó un incremento del 7,2 % anual acumulativo.

Como consecuencia de la crisis que comenzó entre los años 1998 y 1999, la tendencia se revirtió y registra ya cuatro años consecutivos de caída. En el 2000 la baja fue de casi el 5%, mientras que en 2001 fue del 3,5%, y en 2002 de 10% del año pasado. El año pasado volvió a caer a unos 7.500 millones de litros, pero aparentemente habría llegado a un piso.

Según informes provinciales y fuentes de la industria láctea, hacia fines de 2002 existían en la Argentina unos 14.000 tambos, ubicados principalmente en las provincias de Córdoba (5.000), Santa Fe (5.000), Buenos Aires (2.800), Entre Ríos (800) y resto del país (400). En tanto, la población vacuna estimada es de unas 1,8 millones de vacas lecheras, lo que representa un promedio de 125 vacas por tambo (con una producción anual de unos 5.000 litros de leche por vaca en ordeño).

La cantidad actual de tambos es el resultado de un proceso de concentración y especialización lechera que comenzó al principio de la década de los setenta. Hace 25 años, el tambo medio argentino producía 200 litros diarios, mientras que en la actualidad esa cifra es de casi 1.700 litros.

Por otra parte, el aumento del tamaño medio de los tambos coincidió con un sustancial incremento de la productividad de la tierra y de la mano de obra empleada en las explotaciones lecheras. Ello fue producto de la generalizada adopción tecnológica, así como de una fuerte inversión en equipamiento, que además contribuyó a que nuestra producción primaria alcance los parámetros de calidad (higiénica, composicional, sanitaria, etc.) requeridos a nivel internacional.

En cuanto al sector industrial lácteo, está compuesto por una gran cantidad de empresas, desde las más grandes hasta otras que procesan sólo la leche del establecimiento (tambos-fábrica). A partir de estimaciones de fuentes privadas, es posible dividir al conjunto del sector industrial en tres grupos bastante diferenciados: un grupo de unas 10 empresas que procesan más de 300.000 litros diarios; otro grupo de unas 90-100 empresas que elaboran entre 25 y 300.000 litros diarios y entre 700 y 1.000 empresas/tambos-fábrica, en las que se industrializa algo menos del 20 % del total nacional.

A pesar de la diferencia de tamaño, la competencia entre las empresas del sector es muy fuerte, especialmente en aquellos productos con menores posibilidades de diferenciación, como los quesos de consumo masivo, leche en polvo, crema, manteca y dulce de leche.


Cambios en los mercados
La crisis sectorial se explica, en primer lugar, por un conjunto de razones objetivas relacionadas con el comportamiento de las variables de mercado, entre las que se destacan:

u Una sucesión de crisis y devaluaciones en países importadores de lácteos, las cuales se tradujeron en una caída de los precios internacionales de los productos lácteos, que en el caso de la leche en polvo entera registró una baja superior al 25%.

u La devaluación en Brasil, país que concentró más del 70% de nuestras exportaciones.

u La fuerte recesión en el mercado interno, que influyó más en los precios unitarios de los productos que en los volúmenes vendidos, con aparición de segundas y terceras marcas.

u El significativo aumento de producción de leche en el período 1991-99 (más del 7% anual), lo cual generó un fuerte desequilibrio de oferta que no pudo ser compensado con las ventas externas.

u Anti-dumping de Brasil y problemas derivados de la aftosa.


Según el informe, se debe tener en cuenta que la percepción pública de la crisis lechera no reflejó totalmente las causas y manifestaciones de la misma. Un aspecto importante es que la metodología de medición de precios minoristas no alcanzó a registrar la disminución de precios implícita en la proliferación de segundas y terceras marcas.
"Por otras razones, tampoco el índice de precios mayoristas logró capturar adecuadamente el mencionado descenso en los valores ex fábrica. Debido a ello, quedó la sensación en el ambiente lechero primario de que la crisis golpeó solamente al precio de la materia prima, cuando en realidad alcanzó además una significativa porción del sector industrial", concluye el trabajo.

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