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 domingo, 02 de diciembre de 2007  
Viaje del lector > Croacia
La joya de los Balcanes

En septiembre de este año junto a un grupo de amigos pudimos concretar un anhelado sueño: conocer Croacia. Vía Milán entramos por su capital Zagreb, la cual inmediatamente nos sorprendió con una paz y tranquilidad, quizás por conocer su historia y por su reciente guerra.

Nuestra guía fue Hela, una muchacha que habla perfectamente el español y enseguida se estableció entre nosotros una corriente de simpatía mutua. Nos hizo entender después de muchas explicaciones la guerra que tuvieron con los serbios entre los años 1991 y 1995, y que muchos nunca terminan de entender. Ya ni hay marcas visibles de esos días y Croacia hoy es un país que está de pie con un futuro muy auspicioso, donde su arma fundamental es el turismo.

Sus paisajes son la contracara de aquel horror en un país apenas más extenso que la provincia de Jujuy. Tiene 1.800 kilómetros de costas sobre el Adriático, con algunas de las mejores playas europeas, 1.185 islas e islotes, más lagos y montañas. Conocer su historia es recordar que fue romana, turca, austrohúngara, veneciana, francesa, yugoslava socialista y al fin independiente. La antiquísima y a la vez nueva Croacia se libera de su karma de dominación y se muestra tal cual es.

Nuestras charlas con Hela fueron siempre interesantes y estuvo dispuesta a contarnos cómo se le fueron algunos años cuando en Zagreb las alarmas sonaban varias veces al día durante la guerra. Todo eso es pasado, ahora la vida es bella y hay que pensar en luchar a diario para mejorar.

Recorrimos toda la ciudad de Zagreb, donde vimos que los bares están siempre completos, todos toman un café o una pivo (cerveza). Hablan entre ellos, se ríen y nunca tienen apuro. Kaptol, con la catedral más grande de Croacia, es el centro espiritual de la ciudad. A un paso de la catedral está Dolac, el mercado al aire libre de frutas y verduras donde todo Zagreb hace las compras.

Gradec con el Parlamento y la Casa de Gobierno es el centro administrativo de Croacia y además un paseo encantador. Sus calles están alumbradas con lámparas a gas y las caminatas nos hacen descubrir palacios y conventos barrocos de los siglos XVII y XVIII, levantados sobre los cimientos de la muralla del siglo XIII. La única entrada medieval a la Ciudad Alta que se conserva es la Puerta de Piedra.

Bajo las arcadas hay una diminuta capilla donde cada mujer que pasa le prende una vela a la Virgen de la Puerta de Piedra, patrona de la capital de este país con mayoría católica.

La vida cotidiana de Zagreb está en la Ciudad Baja. En la ruidosa plaza Central, típica centroeuropea, muchos se juntan y todos pasean. Los traslados se realizan en su mayoría e tranvías o en bicicleta. Estando en Zagreb fuimos hasta Ljubljana, capital de Eslovenia, uno de los países que también obtiene su independencia hace pocos años y que ya está en el mercado común europeo. Esa estadía de unas horas en esa capital tan diminuta fue un placer, es decir fuimos y vinimos en el día.

Una vez que dejamos Zagreb fuimos hasta Opatija, un tranquilo pueblo a orillas del mar, cuyo destino cambió cuando en 1844 Iginio Scarpa, un rico comerciante de Rijeka mandó a construir una villa de recreo para su esposa, Villa Angiolina. A partir de ese momento comenzaron a levantarse villas a orilla del mar, que serían ocupadas por la nobleza astrohúngara y convertirían a la ciudad en uno de los lugares favoritos de veraneo de la nobleza europea del siglo XIX. Es un lugar de vacaciones por excelencia.

Nos alejamos del mar y realizamos una de las visitas más interesantes que pueden hacerse por la belleza de sus parajes definidos por el agua: lagos (16 en total), ríos y cascadas. Estábamos ya en el Parque Nacional Plitvice.

Dejamos la zona de los lagos para llegar a “La ciudad de oro”, Zadar, llamada así por su riqueza monumental. Es una de las ciudades más bonitas de Croacia. Su casco antiguo, que se extiende sobre una lengua de tierra que se adentra en el mar, conserva vestigios de todas las épocas y todos los estilos arquitectónicos.

Después de una breve estancia en Zadar, hicimos una vista panorámica por Trogir, una pequeña ciudad medieval incluida en la lista de herencia mundial de la Unesco. Seguimos nuestro camino a Split, la segunda ciudad en importancia de Croacia. Es un activo centro comercial e industrial que tiene además una activa vida cultural y deportiva. La visita a esta ciudad fue una de las más interesantes que pudimos hacer por toda la costa, ya que alberga monumentos de todas las épocas y estilos, muy especialmente el Palacio de Dioclesiano, los palacios venecianos y las construcciones del siglo XIX. Nos impactó esta ciudad y sobre todo el palacio.

Por la zona del puerto hay varios restaurantes tradicionales donde se pueden degustar típicos platos y vinos muy buenos. Seguimos recorriendo el palacio que se conserva prácticamente intacto aunque sus estructuras sufrieron numerosos cambios durante la Edad Media.

Sorprende la mezcla de estilos arquitectónicos de diferentes épocas que fue agrandándose con el tiempo. El piso de mármol blanco “traído de la isla de Brac” tiene un brillo inusual y una calidad tan buena que EE UU lo llevo para utilizarlo en parte de la Casa Blanca en Washington.

Seguimos viajando por la costa dálmata y la ansiedad iba en aumento antes de llegar a Dubrovnik, ciudad a la cual es difícil definir su belleza y los sentimientos que despierta. Calles que llevan siglos a pesar de los bombardeos, conservando una armonía para la cual parecen haber sido creadas: una capilla renacentista por aquí, una barroca por allá, entre medio un palacio de estilo italiano.



La piedra de Brac

Dubrovnik, levantada sobre un promontorio rocoso rodeada de mar azul celeste, tiene todo lo que un destino turístico puede pedir: playas de ensueño sobre el azul alucinante del Adriático y montañas de varios colores. En esta ciudad pernoctamos cinco noches y desde allí fuimos haciendo las distintas excursiones: Mostar, centro comercial del imperio otomano donde visitamos el antiguo bazar y Medugorje, para visitar esta aldea milagrosa en Bosnia Herzegovina.

Montenegro y su capital Kotor, ubicada al pie de los Balcanes, el nuevo boom turístico de Europa y la península de Sveti Stefan y Budva. También desde Dubrovnik visitamos la isla de Korcula, considerada ciudad natal del navegante Marco Polo. Una verdadera joya.
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Tras la pesadilla de la guerra Croacia está de pie.


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