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 domingo, 02 de diciembre de 2007  
De viaje por el pasado

Carlos Quiroga

Volar en un DC-3, conversar a bordo con un capitán que luce una chaqueta de cuero y terminar pisando tierra en una plataforma construida por la aerolínea Panagra no son necesariamente cosas del pasado. Esto es posible en Bolivia con un servicio que pone al alcance de turistas adinerados el doble placer de un vuelo que parece sacado del cine clásico y una visita al gigantesco salar de Uyuni, una de las maravillas naturales del mundo.

Una aerolínea privada boliviana, asociada con una familia de la aviación, inauguró esta semana los primeros vuelos regulares al salar más grande y más alto del mundo, en un proyecto que parece nacer con buenos augurios: ya casi no hay plazas para los dos próximos meses.

“Esto es un viaje en el tiempo, para muchos un sueño que se hace realidad”, dijo Hércules de Souza, gerente comercial de la aerolínea Aerosur, al recibir a periodistas invitados al primer vuelo Cochabamba-Uyuni-Cochabamba. Inicialmente con tres frecuencias semanales, la línea ofrece paquetes de entre 250 y 350 dólares que incluyen los vuelos de una hora y 15 minutos -casi rozando la cordillera andina y el altiplano- y visitas al salar y a sus sitios más famosos, como hoteles de sal y una isla de cactus milenarios.

La empresa pretende así sacar provecho de una creciente popularidad del salar de más de 11.000 kilómetros cuadrados, un desierto blanco que atrajo en el 2006 a más de 60.000 visitantes, cuatro veces la población de Uyuni, ubicado en un árido altiplano a unos 500 kilómetros al sur de La Paz.



Nostalgia

El “Nostalgia”, como bautizó al avión bimotor su septuagenario dueño, el capitán Rolando Canedo, ha transportado a varios jefes de Estado, empresarios, diplomáticos y estrellas de Hollywood como Brad Pitt en vuelos charter en los tres últimos años, antes de iniciar los vuelos regulares. “Esta máquina es la más noble, la más leal, la cuido mucho y nunca me falla”, dijo durante el vuelo de ida Canedo, quien completa la tripulación con sus hijos Marcelo y Mauricio, todos vestidos con uniformes de los años ’50.

En servicio desde 1935, los aviones Douglas DC-3 son todo un emblema de la historia de la aviación comercial y militar, y han sido incluidos en pasajes cinematográficos. Los Canedo, unos amantes de la aviación que poseen también un servicio de taxis aéreos, compraron el DC-3 en 2003 en el estado norteamericano de Florida. “Sabemos que la nave fue construida en 1952, operó como transporte de correo entre California y Hawái y nosotros la transformamos en una nave de lujo para pasajeros”, dijo Rolando Canedo, quien comentó que acumula una experiencia de 51 años al mando de estas “joyas de la aviación”. El reacondicionamiento del avión, con asientos tapizados con cuero, televisión y sonido de alta fidelidad a bordo duró un año. La nave, que por dentro y por fuera parece recién salida de fábrica, exhibe ahora no sólo el lujo sino también unos motores de 1.475 caballos de fuerza (HP), en vez de los de 1.200 HP originales, con los que Canedo asegura que “está capacitada para operar en cualquier lugar de Bolivia”. Se trata de un detalle no menor en pistas de tierra y sin radioayudas como la de Uyuni, donde el primer vuelo regular del DC-3 fue motivo de gran festejo, incluida la inauguración de un edificio terminal construido con bloques de sal, el primero de su tipo en el mundo. En medio de la pampa y a más de 3.700 metros sobre el nivel del mar, Canedo no dudó en cancelar el vuelo de vuelta el martes al constatar la llegada de un frente frío y vientos cruzados. “Cuidamos nuestra joya porque cuidamos nuestras vidas, y las de los viajeros”, dijo Canedo mientras ayudaba a sus hijos a desatar las cuerdas que sujetaban al avión en una plataforma de concreto.

Atento a la curiosidad de los periodistas ante lo bien ubicadas que parecían unas argollas de acero semiocultas en el concreto, a las que estaba amarrada la nave, Canedo señaló:“Esto fue construido por (la ahora desaparecida) Panagra, hace más de medio siglo, cuando esta empresa utilizaba Uyuni como uno de sus puntos intermedios en sus largos vuelos de Buenos Aires a Estados Unidos”.
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El legendario Douglas DC-3.


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