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 domingo, 02 de diciembre de 2007  
El médico de los hacheros
El hospital de Fortín Olmos, en el norte santafesino, llevará el nombre de Rubén D’Urbano, un defensor de la salud como derecho

Tenía casi 30 años cuando llegó a Fortín Olmos (departamento Vera). Recién recibido de médico, tomó a su cargo el dispensario de ese pequeño pueblo sin tener nombramiento y mucho menos sueldo. Se insertó de lleno en la comunidad, luchó por mejores condiciones sanitarias para los hacheros, molestó al poder de turno, fue trasladado primero dentro de la provincia y luego hacia La Pampa. Con la llegada de la dictadura debió exilarse. Mañana, el hospital de Fortín Olmos llevará su nombre: Rubén D’Urbano.

   El sanitarista nació en 1934, en Bahía Blanca, cursó sus estudios universitarios en Buenos Aires y 1964 llegó a esa localidad del departamento Vera.

   Fortín Olmos está a unos 330 kilómetros de la capital provincial y tiene 3.738 habitantes. Integrante de la línea de fortines tendida en 1872 para proteger a Reconquista de los indios, es un típico pueblo del empobrecido norte santafesino. Está en la zona de bosques que explotó La Forestal inglesa. En 1962, La Forestal Argentina SA le vendió a un grupo de sacerdotes unas 3 mil hectáreas cerca del pueblo, que luego fueron donadas a la Cooperativa Ayuda Fraternal, para un plan de urbanización.

   El 1º de enero de 1964, D’Urbano se hizo cargo del dispensario del pueblo, se alojó en un pequeño cuarto, que le ofreció un poblador. Junto a su esposa, Ana María Seghezzo, se relacionó con un sacerdote de la zona, Arturo Paoli, y a través de él se sumó a la cooperativa.

    En 1969, D’Urbano logra la especialización en salud pública y asume como titular del Area II de Salud provincial. Lanza un programa de salud destinado a 38 mil personas de los departamentos Vera y General Obligado. Junto a un equipo, forma y supervisa la tarea de 50 agentes sanitarios. En 1972, impulsa la creación de una farmacia sindical en Reconquista.

   Pero su tarea comenzó a molestar al gobierno de turno, y es trasladado a pesar de que en una asamblea multitudinaria de campesinos reclamó por su permanencia.

   Luego, su destino se alejó aún más. En 1975, integra un equipo que pone en marcha en La Pampa un servicio de salud provincial que garantizaba la atención gratuita. Se acercaban los años de plomo, y los militares consideraron al sistema apoyado por D’Urbano como “subversivo”. Lo desmantelan, y comienzan las persecuciones. El sanitarista se exila en Québec, Canadá, donde realiza distintos cursos de perfeccionamiento.

   Su perfil social se puso de manifiesto nuevamente entre 1979 y 1998, cuando colabora con equipos médicos de Nicaragua y Guatemala. En Montreal ejerce como médico de familia en un barrio obrero.

   Pero un cáncer en su médula ósea, que el mismo detecta, comienza a impedirle su tarea. Falleció el 10 de junio de este año, y ahora el hospital de Fortín Olmos llevará su nombre. Y habrá fiesta popular.


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