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 domingo, 02 de diciembre de 2007  
Panorama político
Se mueve la política provincial

Por Mauricio Maronna / La Capital

Hermes Binner puede respirar tranquilo. Los acuerdos no escritos con Carlos Reutemann (solamente revelados por La Capital apenas pasó el 2 de septiembre) se confirmaron el jueves cuando, mansamente, los senadores oficialistas decidieron decirle sí a la ley de ministerios propuesta por el gobernador electo.

El Frente Progresista apuesta a que el paso de los días amalgame algunas diferencias que han brotado en su propio seno (todas por cuestiones de cargos) para que Binner pueda disfrutar de la luna de miel que todo nuevo gobernante tiene con la sociedad.

La composición del futuro oficialismo obliga al líder socialista provincial, y fundamentalmente a sus operadores, a extremar los movimientos de cintura, complacer algunos reclamos de sus socios radicales, pero no desinstalar jamás la idea de que el gran elector fue y es el mismísimo Binner. El poder (léase la caja) domestica espíritus bravíos, calma ansiedades y genera deseos de atravesar el Jordán. Y si no que lo diga Felipe Michlig, un cruzado antifrentista que ya hecho llegar en privado a los socialistas su súbito deseo de paz y prosperidad.

La abrupta caída de otro ministro designado antes de asumir sus funciones (Carlos Rodríguez, en Trabajo) no deja de ser un nuevo llamado de atención para quienes están a cargo del staff de gobierno. Esta vez, Binner tuvo reflejos rápidos: él mismo llamó a algunos periodistas para imponerlos de la novedad y dar explicaciones lógicas y creíbles. Algo que con éxito hacía Reutemann cada vez que aparecía una nubazón en el horizonte. “Nada de intermediarios, yo soy mi propio vocero”, era la consigna no escrita que aplicaba el Lole.

Como si fuera un liceo de señoritas, el bloque peronista en el Senado (con amplísima mayoría) avaló las 12 carteras y la Secretaría de Estado que propuso Binner, en un tramite sumarísimo que mereció impensados elogios de la senadora Patricia Sandoz. Juan Carlos Mercier, en soledad, impugnó la nueva estructura burocrática aduciendo desprolijidad y atribuciones cruzadas entre los nuevos ministerios, algo que en la práctica existe, pero que mayoritariamente se prefirió no profundizar. El mensaje que dejaron las urnas el 2 de septiembre aún repiquetea en el PJ, poco dispuesto (como algunos erróneamente creyeron ver) a ponerle trabas al binnerismo desde el minuto cero.

La designación de Raúl Lamberto (un político capaz y honesto) al frente del bloque oficialista levantó críticas entre los radicales que, rápidamente, salieron a recordar que si el presidente de la Cámara de Diputados era Eduardo Di Pollina, la conducción de la bancada le correspondía a un correligionario. Fue allí que se comenzó a hablar de una conducción colegiada y de quién sería el vocero. “Todavía no empezamos a gobernar pero ya me queda claro que es más fácil negociar con los peronistas que con nuestros aliados. Hay tantas internas en el radicalismo que cuando se nombra a Fulano aparece Mengano y se queja... ¡Cómo les gustan las internas!”, puso de relieve un calificado dirigente del PS.

En realidad, el PJ pareció explotar por los aires tras las sorprendentes críticas formuladas por Agustín Rossi a reutemistas y obeidistas. El presidente de la bancada kirchnerista de diputados nacionales dividió la cancha entre el Frente para la Victoria (triunfador en el ámbito nacional) y el justicialismo provincial (derrotado en los comicios de septiembre). Acusó a Reutemann de no haber querido ganar nunca la ciudad de Rosario porque en el esquema de poder era suficiente perder por 100.000 votos que se compensaban en el interior de la bota, y le entró con los tapones de punta a los senadores por refugiarse en sus distritos cuando llegó el huracán Hermes y pavonearse con la Casa Rosada cuando el calendario marcó el 28 de octubre. Rossi no dio nombres, pero todo quedó demasiado a la vista.

La guerra del Chivo. El ex presidente del Concejo fue el centro de todos los adjetivos (des) calificativos imaginables con los grabadores apagados, aunque la vicegobernadora María Eugenia Bielsa y el diputado Jorge Lagna no se escudaron en el off the record. “Es como si (Ricardo) Lavolpe viniera a darnos cátedra a los boquenses sobre cómo ganar un campeonato. Es un eterno perdedor que sangra por la herida y que se refugia en los brazos de Alberto Fernández y el Chueco (Juan Carlos) Mazzón. Pero ya nos tiene acostumbrados a estas cosas... ¿O no fue socio de Binner en el Frepaso?”, dijo un caudillo del peronismo regional, que adujo tener “información reservada” sobre supuestos “arreglos entre los socialistas y Rossi”. Calma, peronistas.

Durante la semana que pasó los pasillos del Congreso de la Nación se convirtieron en el lugar preferido de los comentarios y las reuniones reservadas. A uno de los despachos llegó la cinta que contenía la entrevista realizada a Rossi. Los ejemplares de este diario pasaron de mano en mano, y hasta fueron requeridos por la Casa Rosada. Reutemann leyó, escuchó a todos e hizo un comentario: “Habría que calmarse y ver qué pasa con el partido”. ¿La organización vence al tiempo?

Pero Rossi no se detiene en su andar hiperkinético: logró que su delfín, Luis Rubeo (hijo), sea el presidente del bloque de diputados provinciales del bloque PJ-Frente para la Victoria con el aval de 18 de los 22 legisladores. Spinozzi aún no hizo pública su candidatura a presidente del PJ, lo cual alimentó versiones sobre un mosaico de candidaturas, entre ellas la de Julio Gutiérrez, hoy en el Banco Nación.

“Al Chivo no se le salió ninguna cadena... Hace rato que quería decir lo que dijo; tiene espaldas para aguantar. Es el hombre que respaldan el presidente de la Nación y el jefe de Gabinete”, se envalentonó un allegado al ex precandidato a gobernador, antes de dejar en claro el malestar con la vicegobernadora Bielsa. “María Eugenia está susceptible por cuestiones que tienen que ver con las autoridades del bloque del Concejo. Nosotros bancamos para la presidencia a (Arturo) Gandolla y ella se opuso”, reveló la fuente. El reutemismo quiere tender puentes con la presidenta del Senado, pero la mujer, hasta ahora, no ha dado señales de integración. Fernando Rosúa (hijo del actual ministro de Gobierno) es quien más cerca está de Bielsa.

La diáspora peronista. Los temblores en el peronismo de cara a las internas partidarias de marzo hacen que el Frente Progresista viaje en vuelo a vela, en medio de un día apacible y con toda la brisa a favor.

Aunque la historia constitucional santafesina de la posdictadura no registre antecedentes del paso al costado de dos ministros antes de asumir los respectivos cargos, la cuestión pasó desapercibida en la vereda peronista, espacio ocupado por el internismo naciente y las amenazas de resquebrajamiento. Una realidad que no debería sorprender a los lectores atentos: la caída de la ley de lemas parece retrotraer la situación a los años 80, cuando las peleas intestinas obligaron a convocar a Carlos Reutemann, un extrapartidario exitoso en otras lides, que garantizó 16 años de permanencia en el poder.

La única salida para evitar las internas (que a esta altura resultan necesarias para confirmar nuevos liderazgos) podría venir de la mano del presidente de la Nación. Kirchner, desde el 10 de diciembre, se dedicará a recorrer las provincias y a encabezar reuniones con los principales referentes del PJ, tratando de organizar a un partido carcomido por cierto vaho rancio y a punto de ser picado por el virus del internismo, hasta ahora propiedad de la UCR.

¿Los sectores del justicialismo que quieren un partido con raigambre provincial que no sea manejado por control remoto desde Balcarce 50 mantendrán su posición ante el desembarco del hoy presidente o se rendirán ante la utopía transversal que les seguirá proponiendo el jefe del Estado? ¿Jorge Obeid y Carlos Reutemann volverán a jugar juntos como cada vez que las circunstancias lo exigieron?

En el otrora movimiento nacional organizado, hoy abundan los interrogantes. Las certezas se han tomado vacaciones.

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Agustín Rossi y Hermes Binner.

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