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domingo,
02 de
diciembre de
2007 |
“Aquí me cuesta mucho trabajo seguir creyendo”
En una carta dirigida a su madre, Ingrid Betancourt relata el drama que vive en cautiverio
Bogotá.— Sentirse muerta en vida, dormir en cualquier hueco en una selva y esperar siempre un “no” como toda respuesta. Esas son parte de las vivencias que la ex candidata presidencial colombiana Ingrid Betancourt, secuestrada por las Farc hace cinco años, narra a su madre en una carta cuyos extractos fueron revelados por el diario bogotano El Tiempo.
En la misiva, fechada el pasado 24 de octubre, la dirigente confiesa que está desfalleciendo lentamente. “Durante muchos años he pensado que mientras esté viva, mientras siga respirando, tengo que seguir albergando la esperanza”, dice Betancourt en la carta, que es parte de unas pruebas de supervivencia que fueron confiscadas por el ejército colombiano a la guerrilla.
“Ya no tengo las mismas fuerzas, aquí me cuesta mucho trabajo seguir creyendo, pero quería que sientan que lo que han hecho por nosotros marca la diferencia”, agregó la política franco-colombiana, próxima a cumplir 46 años.
Betancourt fue secuestrada en febrero de 2002 por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), y es parte de un grupo de 49 rehenes que la guerrilla busca intercambiar por unos 500 rebeldes encarcelados. Además de la carta, el ejército colombiano confiscó cinco videos en los que aparecen 16 de los secuestrados.
La imagen demacrada de la ex candidata presidencial sentada en medio de la jungla se convirtió en un símbolo del drama del secuestro. “Estoy mal físicamente. No he vuelto a comer, el apetito se me bloqueó, el pelo se me cae en grandes cantidades”, relató. “No tengo ganas de nada porque aquí en esta selva la única respuesta a todo es «no». Es mejor, entonces, no querer nada para quedar libre al menos de deseos. Hace 3 años estoy pidiendo un diccionario enciclopédico para leer algo, para mantener la curiosidad intelectual viva. Lo sigo esperando”, expresó.
La ex candidata presidencial, que se hizo popular por su lucha contra la corrupción desde el Congreso, dice que en la selva todo es un milagro, mientras que pide a sus hijos adolescentes, Melani y Lorenzo, que le envíen por la radio tres mensajes semanales.
“La vida aquí no es vida, es un desperdicio lúgubre de tiempo. Vivo o sobrevivo en una hamaca tendida entre dos palos, cubierta con un mosquitero y con una carpa encima, que oficia de techo, con lo cual puedo pensar que tengo una casa”, narra la política en su carta. “Aquí nada es propio, nada dura, la incertidumbre y la precariedad son la única constante. En cualquier momento dan la orden de empacar y uno duerme en cualquier hueco, tendido en cualquier sitio, como un animal”, contó.
Betancourt también asegura que debe guardar silencio. “Hablo lo menos posible. La presencia de una mujer en medio de tantos prisioneros que llevan años cautivos es un problema”, sostiene. En otra parte de su mensaje dice que ya ni se reconoce. “Antes me gustaba nadar en el río, hoy ni siquiera tengo alientos para eso. Estoy débil, friolenta. Ni me reconozco”, escribió.
La rehén además denuncia que la guerrilla la despojó de objetos personales. “Cada día me queda menos de mi misma”, dice, y afirma que su madre, sus hijos, su hermana y sus familiares cercanos son su vida y “el oxígeno” que mantienen su cabeza fuera del agua y que no la dejan ahogarse en “el olvido, la nada y la desesperanza”.
“Todos los días estoy en comunicación con Dios, Jesús y la Virgen. Aquí todo tiene dos caras, la alegría viene y luego el dolor. La felicidad es triste. El amor alivia y abre nuevas heridas. Es vivir y morir de nuevo”, sostiene en su conmovedor mensaje.
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Fotos
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La imagen demacrada de la ex candidata presidencial colombiana se difundió el viernes.
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