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domingo,
02 de
diciembre de
2007 |
Manos que cuentan historias
El tejido en el telar permite la apertura de espacios innovadores en el camino del autoconocimiento y la búsqueda de una mejor calidad de vida. La visualización de imágenes y emociones teñidas de formas y colores comienzan a surgir para dibujarlas en una hoja y tejerlas en un ámbito con aromas de esencias que facilitan la conexión a nivel sensorial.
Cada persona que accede a la creación textil deja su sello, su estilo, su tiempo y su riqueza y, desde ese lugar, crea un tapiz, una manta, es decir, una obra cargada de significado. Lo que busca es conectarse con el maestro interior tejiendo con las manos con un fin lúdico, como recurso laboral o como un espacio donde fluyan las emociones.
La psiquiatra Nise Da Silveira habla del lenguaje creativo y artístico y lo define como una forma de tratamiento no verbal en el que el acto de pintar, dibujar, bordar, tejer o toda expresión artística adquiere cualidades terapéuticas dando forma a las “turbulencias de la mente”.
La terapeuta creadora del Servicio de Terapia Ocupacional y el Museo de las Imágenes del Inconsciente ( Río de Janeiro, 1946) utiliza tratamientos basados en actividades expresivas y el respeto por el individuo. Mediante esta técnica inició un camino en el desarrollo de las actividades creativas en el campo de la salud mental.
La técnica del telar como soporte artístico crea un medio adecuado a través del movimiento de los hilos, la nobleza de los materiales y la repetición constante y rutinaria del telar como un mantra tibetano. Cada uno de estos elementos permite percibir un clima sin tensión alejado del estrés en un ámbito de quietud e introspección.
La técnica del telar posee la impronta del pasado. Los textiles antiguos son expresiones culturales ancestrales surgidas de las primeras civilizaciones y transmitidas de generación en generación. Desde tiempos inmemoriales estas técnicas reflejaron la presencia del hombre en cada ícono tejido.
También acompañaron a los textiles el sentido del abrigo y la contención que era como la segunda piel. Tal el caso de las telas envolventes como los “awayos” (mantos) con las que aún hoy las mujeres del altiplano envuelven a su “wawa” (bebé) dándole calor, abrigo y calidez. Con el tiempo y aun en nuestros días estas telas conservan su significado de escritura y expresión cultural.
Cada persona que teje una imagen va recreando y simbolizando desde un contexto social su propia historia unida a un tiempo del cual somos un reflejo.
Claudia Goldin
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