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domingo,
02 de
diciembre de
2007 |
Inexperiencia mortal
El sábado 3 de noviembre a las 22 la empresa Medicina Domiciliaria SRL–AMEN 458-6328 envió una ambulancia a cargo de una joven médica para que asistiera a mi padre, que tenía un intenso dolor en la espalda. Luego de seguir con el procedimiento de rutina para el caso, que incluyó un electrocardiograma y el control de la presión arterial, la doctora le inyectó media ampolla de Diazepan como relajante muscular y mi padre quedó esperando que en algún momento la cediera la contractura que había diagnosticado, hasta que falleció en la madrugada del domingo. Esta supuesta contractura resultó ser (consultando a otros médicos) una aneurisma disecante de aorta. Nadie de nosotros sospechó que podía ser de semejante gravedad, debido a que, con sus 67 años, era muy activo y nunca había tenido nada que lo relacionara. Ahora, sólo con buscar en internet me entero que uno de los síntomas de esta falencia es dolor intenso en la espalda. ¿Por qué la doctora no intentó prevenir algo más grave derivándolo a un hospital o al menos alertándonos? ¿Ignoraba que un electrocardiograma no es determinante para detectar esta afección? Mi padre, derivado a tiempo, pudo ser salvado con una operación de urgencia aunque muy riesgosa y costosa, pero ante una advertencia concreta se actúa diferente. Quizás ese no fue su destino, sólo fue la inexperiencia o tal vez el desgano laboral de alguien que no atendió a mi padre como si fuese el suyo.
Germán Alabern
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