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 domingo, 25 de noviembre de 2007  
Ciudacita, el tesoro escondido en Tucumán

En el sudoeste de Tucumán, entre los ríos Jaya y Las Parvas, están las ruinas de pircas grisáceas que los arrieros llamaban Pueblo Viejo y algunos documentos antiguos mencionan como Ciudacita. Este misterioso lugar de origen incierto, a los 4.200 metros de altura, es la construcción incaica que está más al sur del Cusco y del Imperio Inca, en lo alto del Parque Nacional Los Alisos, en Tucumán. Para los arqueólogos fue un lugar ceremonial, y a la vez un estratégico punto de observación del cielo, y de los límites del riquísimo y extendido imperio.

   Entre tantas leyendas que campean sobre este lugar, se dice que de allí bajaron las cadenas de oro con las que se pretendió lograr la liberación del cacique Atahualpa, preso en Cajamarca, actual territorio del Perú. Y también se dice que a su muerte las valiosas cadenas fueron arrojadas a las aguas de una laguna. Un recorrido por Ciudacita permite distinguir dos ámbitos bien diferentes.

   El recinto ceremonial, o “Kalasasaya”, al que se entra por la Puerta del Sol, y “Los Corrales”, el sitio desde el que se observaba el cielo. Los recintos, sobre las laderas, rodean un campo ceremonial en forma de rectángulo, donde se cree está encerrado el misterio de su origen y su razón de ser. En 1949, cuando Ciudacita fue descubierta por un geógrafo alemán, se iniciaron estudios que todavía no han conseguido develar su funcionalidad, ni explicar por qué ese santuario se levantó en una comarca de clima hostil.

   Los estudiosos descubrieron indicios de que esas pircas, de un metro de altura, están orientadas de manera especial, con “mística sabiduría”, dijeron. También señalaron que las tierras que rodean este centro ceremonial no son buenas para sembradíos, y que al parecer no había allí una población estable, ya que no se hallaron cementerios cercanos. Los estudios efectuados a lo largo de más de cincuenta años, comprobaron que en la Puerta del Sol, o Inti Huatana, que marca el solsticio de verano, al atardecer el astro baja simétricamente por la abertura de la Inti Huatana.

Ciudacita está en el camino hacia el Dique de Escaba, obra hidráulica que ocupa 580 hectáreas de vegetación subtropical, un lugar por el que pasan los pescadores que van a capturar truchas y pejerreyes.

Los deportistas aprecian la cercanía de este pesquero con la ciudad de San Miguel de Tucumán, 128 kilómetros por la Ruta 38.


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Las ruinas de pircas grisáceas fue un lugar ceremonial y de observación del cielo.


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