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 domingo, 25 de noviembre de 2007  
Iguazú: cataratas millonarias

Las aguas de las Cataratas del Iguazú tienen estos días un rojo intenso, por el sedimento que baja tras las recientes lluvias en Brasil, y ese gran caudal cae por sus más de 250 saltos, el principal atractivo de este parque nacional donde este año se espera superar el millón de visitantes.

La tradicional imagen de las cascadas, que varían entre los 160 y los 260 según el nivel fluvial, puede ser observada de distintas maneras: desde adentro, en el Circuito Inferior; desde arriba, por el Superior, y desde abajo, mediante los paseos en lancha que se introducen en los saltos. Antes de fin de año esperan al visitante 1.000.000.

   También existe la posibilidad de tener una vista panorámica de las cataratas desde afuera, pero para eso hay que mirarlos del lado brasileño, que cuenta con un excelente mirador y varios balcones. “Desde Brasil se puede ver la película completa cómodamente, pero del lado argentino uno está dentro de la película, la protagoniza”, comentó en “portuñol” un turista de ese país mientras observaba el salto Bozzetti, empapado por la llovizna en una jornada calurosa y de pleno sol que pronto lo secaría.

   Esta semana el Iguazú bajó correntoso debido a las lluvias y, tras precipitarse furioso por los saltos -que se estima que están en los 260- sigue rápido y revuelto hasta desembocar en el Paraná frente a la Triple Frontera, donde sus aguas se diluyen de a poco en el azul oscuro del mayor río de la región.

   Otra opción es la lancha que parte del puerto de Iguazú, cruza bajo el puente internacional Tancredo Neves y remonta el río ocre, entre grandes rocas y cascadas azules de arroyos que desembocan desde ambos países, hasta verse envuelto en la llovizna del agua atomizada de los saltos.

   Aunque no había viento de superficie, el agua al caer generaba un ventarrón fresco y a más de uno en el pasaje se le ponía la “piel de gallina”, lo mismo que cuando la lancha se le animaba al salto San Martín y parecía que sucumbiría bajo las toneladas de agua que caían por segundo. Luego la nave, con sus dos motores al máximo puso proa hacia la Garganta del Diablo, pero las olas y la nube de grandes gotas impidieron acercarse a menos de un kilómetro al salto más caudaloso de este parque, que con unos 80 metros de altura genera “fumarolas” que pueden verse desde siete kilómetros de distancia. La mejor forma de observar la Garganta es ir a Puerto Canoas en el Tren Ecológico que parte desde el acceso y tiene estaciones en varios puntos claves, y caminar un kilómetro y medio por pasarelas, sobre el río y entre árboles, hasta llegar al borde del famoso salto.



Borbotones marrones

Desde ahí se puede apreciar cómo el agua, que se desliza suave por el cauce en un sector de unos 1.500 metros de ancho, de pronto cae y forma grandes borbotones marrones que unas decenas de metros más abajo se transforman en una blanca espuma que nunca deja ver el fondo y se eleva decenas de metros en forma de nube. Otras opciones para el turista, después de visitar las cataratas, son los paseos por la jungla, que se realizan en camiones, a veces combinados con recorridos en gomones y flotadas por el Iguazú superior -antes de los saltos-, las caminatas y recorridos en el Tren Ecológico, cuya tracción es a gas.
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Los turistas que visitan las cataratas son cada vez más.


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