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 domingo, 25 de noviembre de 2007  
Colón al fin gritó en el Monumental

Alguna vez tenía que pasar y ésta era la gran oportunidad para los sabaleros. Colón no la dejó escapar y gritó victoria por primera vez en el Monumental. Con un 2 a 0 sin discusiones que no hizo más que agravar una de las más profundas crisis futbolísticas de River en los últimos años.

   Era la gran ocasión, el dueño de casa llegó al partido en medio de un clima interno pésimo tras perder la última chance del año de pelear por un título (fue eliminado de la Sudamericana por Arsenal) y quedarse sin técnico por esa razón tras la renuncia de Daniel Passarella (dirigió Jorge Gordillo en forma interina). Y Colón aprovechó el mar revuelto en la zona de Núñez y se alzó con un botín de tres puntos importantísimos en su pelea por escapar de los últimos lugares de la tabla de promedios.

   Pasaron 26 presentaciones para que Colón se llevara un triunfo del Monumental. Un logro al que se acercó ni bien abrió el marcador poco antes del cierre de la etapa inicial, cuando Rubén Ramírez metió el cabezazo goleador a los 43’, anticipándose a la salida de Juan Pablo Carrizo para conectar un centro de Juan Fernández.

   El equipo dirigido por el ex riverplatense Leonardo Astrada (recibido con aplausos y cánticos a favor por los simpatizantes millonarios) se aseguró la victoria a los 7’ del segundo tiempo cuando el colombiano Freddy Grisales coronó con categoría una gran maniobra colectiva de los sabaleros.

   Con el 2 a 0 Colón manejó con suficiencia el desarrollo, sobre todo cuando Oscar Ahumada, en un comportamiento por demás irresponsable se fue expulsado por agredir a un rival que estaba en el piso.

   Colón, con el hombre de más, se dedicó a cuidar la pelota y a esperar cuando la tenía su rival con el objetivo de mantener la ventaja del triunfo que tanto necesitaba. Así, prevaleció por actitud, por la movilidad de sus atacantes y la experiencia de Grisales, aunque los sabaleros no deben descuidar que la lograron ante un River que sigue a la deriva.

   Por eso no extrañó el final, cuando la hinchada millonaria estalló en insultos y abucheos hacia sus jugadores y dirigió sus dardos a la dirigencia y al grito de “se va a acabar, se va a acabar, la dictadura de (José María) Aguilar”, en referencia a una violenta conclusión del mandato del actual presidente de la entidad de Núñez.
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