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 domingo, 25 de noviembre de 2007  
El primer resbalón

Por Mauricio Maronna / La Capital
Hermes Binner sufrió el primer resbalón político a poco más de 15 días de asumir como gobernador.

   Si un tropezón no es caída, el abrupto paso al costado que dio el designado ministro de Obras Públicas y Vivienda, Hugo Arrillaga, obligará al mandatario electo y a su más leal séquito de colaboradores a extremar los cuidados a la hora de completar las designaciones.

   Más allá de los reales fundamentos que tuvo Arrillaga (un hombre estrechamente vinculado al próximo intendente de la ciudad de Santa Fe, el radical Mario Barletta), su retirada antes de que el elenco salga a escena se explica por la base de sustentación que llevó a Binner a la Casa Gris.

   En efecto, las alianzas sirven (y de mucho) para ganar elecciones, pero a la hora de la conformación de las primeras, segundas y hasta terceras líneas de un gobierno hay que actuar con pulso de cirujano, paciencia de orfebre y muchísima inteligencia práctica.

   Cada ministro quiere completar su staff con funcionarios de su confianza y no con desconocidos (aunque aliados) a los que siempre verán como potenciales sustitutos si es que los fusibles vuelan por el aire. Cuando Arrillaga comprobó que su estratégica cartera sería completada con referencias que no eran de su agrado, evaluó los pasos a seguir y consideró que lo mejor estaba en el repliegue antes que en entablar una disputa justo en el momento en que los laureles se depositan sobre la humanidad de Binner. Y se fue.



El desafío de Binner. El Frente Progresista tendrá que buscar como premisa algo que otras coaliciones, frentes o alianzas no pudieron conseguir: convivir con las diferencias, esconder debajo de un velo de recato las disputas y (esto sí que es lo más difícil) dejar a todos los sectores con la sensación de que son imprescindibles para llevar adelante una tarea eficaz. La salida de Arrillaga encuentra con la guardia baja al actual Ejecutivo provincial, al que las tundas del Frente por la designación de Daniel Erbetta en la Corte, la de Agustín Bassó en la Procuración, Mario Esquivel en el Tribunal de Cuentas, Liliana Meotto en la Defensoría del Pueblo Adjunta, sumado a los supuestos nombramientos en la EPE, lo pusieron a la defensiva.

   Con inteligencia, ni Binner ni Raúl Lamberto ni Antonio Bonfatti se quedaron con la resaca de los festejos del 2 de septiembre. Decidieron pasar a la ofensiva y cuestionar todas y cada una de las medidas que tomó Jorge Obeid, quien, tal vez con demasiado candor por tratarse de un político curtido en mil batallas, sintió la andanada.

   “Les pidieron (los socialistas) que eliminara la ley de lemas, y la derogó; construyó un sistema electoral a la medida de la oposición, y les va a entregar 1.400 millones para que pasen un verano cómodo. El Turco pensó que le iban a hacer un reconocimiento público por haber sido el que «garantizó la alternancia en el poder» y que le caerían con todos los abogados a la última administración de (Carlos) Reutemann. Grueso error: Binner y el Lole tienen más parecidos que diferencias y los cuadros más importantes del PS saben que para lograr gobernabilidad en la Legislatura hay que hablar con Reutemann. Y como ustedes publicaron en el diario, hablaron hace bastante tiempo”, relata a La Capital una calificadísima fuente peronista. En medio del estilo fighter del futuro oficialismo, el abandonismo de Arrillaga le dio entidad a una de las máximas que Dick Morris desempolva en sus libros: “El partido opositor rara vez causa tanta angustia como el propio”.

   Pero a no confundirse: el mal viernes del Frente Progresista ni siquiera es una nubazón. Si en la vereda de enfrente hubiera una oposición aceitada, cohesionada y activa, el peronismo se habría encargado de contarle las costillas a Binner. El que será el principal partido de la oposición está lamiendo aún sus heridas por la derrota, y va camino a un recambio generacional que demandará tiempo, generosidad y mucho esfuerzo.

   Ricardo Spinozzi está a punto de convertirse en el candidato que enfrentará a Agustín Rossi en las internas de marzo. El joven senador reelecto del departamento General López ya cerró acuerdos con la inmensa mayoría de sus pares en la Cámara alta y cuenta con la bendición (aunque lo nieguen) de Reutemann.

   Lo único que puede alterar los planes es una definición contundente de Rafael Bielsa respecto a ponerse al frente del PJ provincial y darle otra vez batalla a Rossi. “Acá no hay lugar para personalismos, se trata de referenciarnos en el mejor que tenemos, pero ya es tiempo de definiciones. Lo importante es tener cuanto antes un partido homogéneo, con un gabinete en las sombras incluido, que no deje pasar ninguna arbitrariedad de los socialistas. Rafael tiene siempre las puertas abiertas, pero creemos que, pese a rechazar la embajada en Alemania, va a tener un cargo importante en el gobierno nacional”, sostiene uno de los legisladores que respalda a Spinozzi, y que adelanta “sorpresas”, “caras nuevas” y “personas reconocidas fuera del campo partidario” que serán invitadas a incorporarse al PJ de cara a los próximos comicios.

   “Lole queremos saber qué hacemos, cómo nos encuadramos para las internas”, es la pregunta que más escucha por estos días el senador. “Hablen con Spinozzi”, repite como un mantra ante sus interlocutores.



Aprontes. Como se adelantó desde aquí, el justicialismo no puso trabas en Diputados ni las pondrá en el Senado para que Binner pueda hacer jurar el 11 de diciembre a todos sus ministros. “Tiene todo el derecho que le dan los votos, ahí no hay ningún problema. Pero la transición empieza a traer algunos inconvenientes: el proyecto de presupuesto que elaboró Obeid, y que fue monitoreado y retocado por los socialistas, es un desastre. Tiene errores muy gruesos y es muy difícil que se apruebe en el Senado la semana próxima. Veremos...”, se abroquela un legislador del centro norte.

   El líder del PS sabe que tiene a su favor una de esas cartas que desnivelan cualquier tenida. Fue recibido por Cristina Fernández como uno de los suyos y sueña con que la primera dama esté presente en Santa Fe el día de su asunción, 24 horas después de que se convierta en presidenta.

   “Miren muchachos, desde el 2004 hasta ahora hemos desalambrado la provincia. Nadie sabe quién conduce al PJ santafesino. O lo sabemos: lo manejan operadores de segunda línea de la Rosada, a los que solamente les interesa colocar diputados nacionales. ¿Cuál fue el resultado? Perdimos en el 2005 y en el 2007. Nos dejamos correr con la derogación de la ley de lemas porque decían que Santa Fe se iba a convertir en una nueva Misiones... Con ley de lemas el delfín de (Carlos) Rovira arrasó el 28 de octubre y el kirchnerismo hizo lo mismo en Santa Cruz. Si seguimos siendo un apéndice de esos tipos de la Rosada conmigo no cuenten, si el peronismo es manejado desde la provincia yo no me voy a borrar”, es la opinión de Reutemann, quien no deja de seguir con atención los movimientos de Binner.

   “Si el flaco la hace bien y nosotros seguimos siendo un rejuntado, los socialistas se quedan 20 años en el poder”, lucubra una de las pocas figuras que quedó en pie después del huracán Hermes.

   Rossi logró la ratificación como presidente del bloque de diputados nacionales del oficialismo, tiene una capacidad de trabajo hiperkinética, recorre la provincia de punta a punta y está confiado en recibir el apoyo de Balcarce 50 a su candidatura para presidir el PJ santafesino.

   Enfrenta los dardos envenenados de históricos dirigentes del PJ, como Roberto Scott y el ex intendente de Correa Alberto Monti, quienes lo tildan de “eterno perdedor”. Rossi no se arredra ante una eventual lucha interna contra el reutemismo y el obeidismo incluidos. La que comienza, será una semana clave para el peronismo y, casi seguramente, se anunciará que Spinozzi será el rival del ex presidente del Concejo Municipal.

   Cuando esto sucede, Binner se prueba el traje de gobernador, empieza a delinear el discurso ante la Asamblea Legislativa y acelera las entrevistas con los posibles candidatos para suceder a Arrillaga, un apellido hasta ahora desconocido en la política provincial pero que pasará a ser referenciado, en forma de chicana, cada vez que alguien renuncie antes de tiempo.

   La abúlica y soporífera transición en Santa Fe al menos se puso un poco más inquietante tras la gran Arrillaga, impensada piedrita que apareció en los zapatos del Frente Progresista.

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