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domingo,
25 de
noviembre de
2007 |
Atracones, los enemigos de las dietas
El comienzo de la temporada de verano provoca una dualidad: mientras mucha gente se embarca con marcada ansiedad en las llamadas dietas shock que prometen, por ejemplo, bajar 10 kilos en 12 semanas, mientras otros comienzan a relajarse aprovechando los fines de semana al aire libre, los festejos de fin de año y las vacaciones. Es en esas ocasiones cuando se producen los atracones o ingesta exagerada de alimentos que representa el fin de la dieta y la necesidad de comenzar, al otro día, todo de nuevo.
El principal problema es que al ganar uno o dos kilos las esperanzas de bajar de peso se desvanecen y es difícil retomar la línea de conducta que se tenía antes del paso en falso. De acuerdo con los especialistas ingresar en un círculo vicioso de restricción y exceso es un riesgo, porque genera cambios bruscos de conducta que complican la reinserción en la rutina habitual de dieta y ejercicios.
En este sentido el doctor Daniel De Girolami, ex presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN), expresó a Pro-Salud News que la dificultad para retomar el ritmo de la dieta no es una cuestión que se pueda generalizar, “principalmente porque debemos tener en cuenta que no hay una condición fisiológica que impida que una persona esté haciendo dieta tenga uno o varios días de descanso y vuelva a su ritmo. Por eso las razones de la dificultad para volver al ritmo de dieta tienen que ver con cada persona”, dijo el doctor De Girolami.
No debemos olvidar que en el inicio de una dieta respetar las cuatro comidas y las dos infusiones así como combinar todo tipo de alimentos, es un acto en el cual la fuerza de voluntad y la permanencia son cuestiones fundamentales.
Frente a esto hay otro gran enemigo: el estrés. Esta condición, que los especialistas relacionan íntimamente con la posibilidad de caer en atracones, atenta contra la salud y provoca, cuando la persona que la padece se encuentra en un plan alimentario, una marcada sensación de insatisfacción debido a la combinación de privaciones, alimentos particularmente tentadores y la necesidad de lograr resultados, sobre todo cuando los tiempos apremian. “El estrés, que condiciona negativamente una gran cantidad de afecciones, influye agravando o desencadenando situaciones para las que la persona está predispuesta. Actualmente es bastante frecuente un desbarajuste entre el factor genético —que regula la sensación de hambre— y la oferta de comida”, señaló el doctor Alberto Cormillot, titular de la Clínica de Nutrición y Salud que lleva su nombre.
Con respecto a la relación entre el estrés y los atracones Cormillot consignó que esto depende de cada persona, de cómo se maneja en general y, puntualmente, de la forma en la que encara su dieta. “La cuestión es hasta dónde llegan los pensamientos limitadores porque si alguien que está haciendo un régimen se permite una licencia tal vez puede llegar a evitar caer en esa cadena imparable de atracones muy típica de las dietas estrictas. Por eso es importante evitar ese tipo de soluciones y recurrir a procedimientos más reales y posibles de realizar”.
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