La Circunvalación sigue en un estado calamitoso

Pese a los anuncios de obras, no cesa el robo de luminarias y crecen los pastizales

Andrés Abramowski / La Capital

Mientras se anuncian proyectos para su ampliación a tres, e incluso a cuatro carriles, las únicas novedades en cuanto al estado de la avenida de Circunvalación pasan por la continuidad de la tala de columnas por el robo de luminarias, el crecimiento de los pastizales a la vera de la traza y el deterioro del pavimento a un ritmo superior al del bacheo. Al parecer, si bien el camino tiene mantenimiento, por alguna razón —quizás presupuestaria— no es suficiente.

   Un recorrido por los 29 kilómetros de la avenida que rodea a Rosario ofrece, a simple vista, dos realidades divididas por Pellegrini, donde nace la autopista a Córdoba. Hacia el norte, rumbo a la cabecera del puente a Victoria, se nota el pasto cortado en algunos lugares, el pavimento luce más parejo y las columnas de alumbrado están en su lugar, aunque muchas no funcionan.

   Pero hacia el sur las cosas cambian: las luminarias desaparecen mientras los pastizales muestran incluso una gran variedad de flora al tapar la visión en algunos cruces. Tampoco faltan accesos clandestinos a la vista de todos.

   La ruta A-008, o Circunvalación, es jurisdicción de la Dirección Nacional de Vialidad, que encomendó su mantenimiento a la empresa Perales Aguiar. La firma recibe 2.000.000 de pesos anuales para asegurar exclusivamente la transitabilidad de la traza, bajo la figura de “mantenimiento de emergencia”. Un eufemismo que explicaría por qué hay sitios con el pasto cortado y otros donde sólo faltan Tarzán y la mona Chita.



Rapiña. El robo de luminarias en la Circunvalación no deja de ser un problema enmarcado en el fenómeno vinculado a la sustracción de cableado, que en los últimos diez años creció en virtud de dos variables principales: la malaria y el aumento de precios del cobre a nivel internacional. Un gran negocio de rapiña que combina la necesidad, la desidia y las infaltables habilidades de aquellos que se hacen ricos gracias a los pobres.

   En el caso de las luminarias, la mayoría se roba artesanalmente: sierras para cortar las pesadas columnas de 300 kilos que luego serán desechadas, pala y pico para cavar y carrito para llevarse el cobre que se saca de los cables y el aluminio de las carcasas. La semana pasada se alzaron con treinta luces. “Entre Uriburu y San Martín cortaron 18 en dos noches, y otras doce entre Avellaneda y Godoy (Presidente Perón”, comentó un operario.

    “Es como si cortaran una palmera para llevarse un coco”, describió el titular de Alumbrado Público del municipio, Jorge Nocino, para quien la forma de evitar esos hechos no pasa tanto por medidas represivas sino preventivas.

   “Hay cosas que ya no pueden hacerse como antes, cuando el cobre no tenía el valor actual y no existía este mercado. Esta obra se hizo en 2005 y no se tomaron las precauciones necesarias. Ahora se paga de este modo”, criticó Nocino antes de explicar algunas medidas para al menos desalentar los robos: poner columnas más robustas, hacer instalaciones a mayor profundidad y colocar hormigón en la tierra para que no se pueda cavar.

   Sobre el futuro de la iluminación en la avenida, Nocino desconoce si hay planes para que el mantenimiento vuelva a la órbita del municipio, como muchos creen. De todos modos, eso no sería posible de un día para otro

   “Por un lado, la obra tal como está ahora no sirve y no la podríamos recibir en esas condiciones. Y después habría que resolver qué recursos destinar al mantenimiento”, dijo.