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 domingo, 25 de noviembre de 2007  
Sabemos lo que falta, ¿sabemos cómo hacerlo?

Sabemos que es muy bueno ser argentino, aunque pertenezcamos a un país donde la “viveza criolla" es la moneda que siempre es valorada tanto o más que el dólar. Donde hacerse rico de la noche a la mañana es una virtud más apreciada que formar una familia a largo plazo basada en valores y respeto a los demás. Donde, lamentablemente, los diarios jamás se podrán vender como en otros países, es decir, poniendo unas cajitas en las veredas donde uno paga por un periódico y saca uno, dejando los demás donde están. Donde las “empresas privadas” son papelerías particulares de sus empleados deshonestos, que se llevan para su casa como si tal cosa hojas de papel, lapiceros, bolígrafos, lápices, marcadores y todo lo que pueda hacer falta para la tarea de sus hijos, entre otras cosas. Donde la gente se siente triunfal si consigue colgarse del cable del vecino, donde la gente ‘’inventa’’ a la hora de llenar sus declaraciones para no pagar o pagar menos impuestos. Pertenezco a un país donde la impuntualidad es un hábito, donde los directivos de las empresas no generan capital humano, donde pagamos un colegio carísimo a nuestros hijos para que reciban la mejor educación, pero que el ejemplo que le damos es dejarlos estacionados en doble fila en la puerta del mismo. Vivo en un país donde ahora somos ecologistas, pero tiramos basura en las calles y luego reclamamos al gobierno por no dar mantenimiento al alcantarillado; donde no existe la cultura por la lectura y no hay conciencia ni memoria política, histórica ni económica; donde las licencias de conducir y los certificados médicos se pueden "comprar" sin hacer ningún examen. Donde puede subir una persona de edad avanzada, o una mujer con un niño en brazos o algún minusválido y la persona que viene sentada en el asiento especial para estas personas se hace la dormida para no dárselo. Un país en el cual la prioridad de paso es para el automovilista y no para el peatón. Un país donde su gente está llena de faltas, pero que disfruta criticando a sus gobernantes. Claro que también tenemos muchas cosas buenas, pero nos falta mucho para ser los hombres y mujeres que nuestro país necesita. Lo que da pena es que si el presidente de turno renunciara hoy mismo, el próximo que lo suceda tendrá que seguir trabajando con la misma materia prima defectuosa que, como pueblo, somos nosotros mismos. Y no podrá hacer nada. Es muy bueno ser argentino, pero mientras nadie señale un camino destinado a erradicar primero los vicios que tenemos como pueblo, nadie servirá. Si, es muy bueno ser argentino, pero cuando esa argentinidad autóctona empieza a hacerle daño a nuestras posibilidades de desarrollo como nación, ahí la cosa cambia...

No esperemos encenderles una vela a todos los santos, a ver si nos manda un mesías. Nosotros tenemos que cambiar, un nuevo presidente con los mismos argentinos no podrá hacer nada. Entonces si sabemos lo que falta, ¿qué esperamos para hacerlo?

Mariano Arellano
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