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 domingo, 11 de noviembre de 2007  
Para beber: fiesta tradicional

Gabriela Gasparini

Festejos relacionados con el vino hay muchos, algunos resultan más insólitos que otros. Il Bravio delle Botti es una competencia que tiene su origen en el siglo XIV durante la conmemoración del santo patrono de Montepulciano, San Juan Bautista (población medieval de la toscana italiana conocida por sus maravillosos vinos).

   ¿De qué se tratan los festejos? Durante diez días el lugar se llena de turistas deseosos de compartir la algarabía con los vecinos, fiestas de disfraces, bailes, teatro callejero y suculentos banquetes al aire libre que culminan el último domingo de agosto en el desafío más esperado: una carrera especialísima en la que cada pareja, hasta ahora hombres, debe llevar un barril de 80 kilos rodando desde las puertas de la ciudad vieja construida en lo alto de una colina, hasta la plaza mayor en un recorrido de 1.800 metros que serpentea por angostas y empinadas callejuelas.

   Los historiadores dicen que la celebración originaria solía terminar con una carrera de caballos que se suprimió en el siglo XVII por razones de orden público, pero que en 1974 un sacerdote local hizo revivir la tradición cambiando los caballos por barriles de vino. Según algunos esto fue para que no se pareciera al famoso palio de Siena, aunque son más los que opinan que fue con la intención de honrar al vino.

   Las noticias más antiguas de los caldos de Montepulciano se remontan al año 789, eso afirman los cultivadores. Sin embargo, las vides existían ya en la época en que los etruscos ocupaban la zona, esto es hace más de 2000 años cuando según los estudiosos locales cultivaban uvas parecidas a la Sangiovese que se usa ahora para elaborar dos de sus vinos más conocidos, el Nobile y el Rosso. Nadie parece saber a ciencia cierta cuándo y por qué empezó esta tradicional fiesta y no es algo que los desvele, lo que sí les interesa y mucho a los productores, es que cada año los amantes del vino de todo el planeta acudan a esta cita veraniega para asistir al espectáculo y disfrutar de la mejor expresión del terruño. 

Esta es una forma más de promocionar a la industria que viene sufriendo desde hace un tiempo los embates del nuevo mundo vinícola y que está dispuesta a luchar poniendo todo de sí para no perder ni un tranco del mercado.



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