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 domingo, 14 de octubre de 2007  
Eliminatorias Sudáfrica 2010
Argentina venció a Chile 2 a 0 de la mano de Riquelme

Mauricio Tallone / Ovación (enviado especial)

El partido fue para Argentina, aunque, en realidad, el que prácticamente lo ganó fue Juan Román Riquelme. Lo hizo por su cuenta y con una ráfaga de clase en dos tiros libres que sepultó las ilusiones de Chile. Sólo él se hizo tiempo y espacio para resolver todo como lo hace un crack, un elegido. Lo suyo estuvo en una dimensión superior al resto. Y ni siquiera necesitó insinuar el papel estelar que interpretó, ya que en largos pasajes se dedicó a administrar la pelota y a descansar en la ventaja. Pero todo eso puede ser relativo y circunstancial cuando se está en presencia de un jugador de su estatura futbolística. A partir de eso se explica todo. No sólo el triunfo de Argentina, sino el desmoronamiento chileno.

   Y eso que Argentina no encontró rápido el partido que había soñado. Chile hizo lo que se sospechaba con Bielsa en el banco. No se emboscó contra Bravo, presionó sobre cada receptor argentino y tuvo a Suazo causando problemas cada vez que desnudaba huecos entre Cambiasso y Heinze.

   Parecía que Argentina no tenía tiempo para pensar. Por eso, hasta ahí, masticó el juego tal como es una marca registrada de este equipo. Ese aparente escenario favorecía para que se subiera y se sintiera más cómodo Chile. Pero en un recreo todo cambió. La dirección que tomaron las cosas fue la que le impuso Riquelme. Bastaron dos apariciones fantasmales con su sello para hacerles un agujero al planteo rival y allanar el camino.

   Sólo un jugador de su talla, acompañado en el segundo tiempo por Messi, hicieron de un estreno presumiblemente complicado un choque sin equivalencias.

   Los goles argentinos fueron golpes estratégicos. El primero tuvo un efecto paralizante en las intenciones de Chile. Y el segundo puso las cosas en su verdadero lugar.

   Resuelto el misterio del resultado por obra y gracia de Riquelme, el segundo tiempo devolvió la imagen de Chile enfocado por necesidad hacia el arco de Abbondanzieri. Esa postura le duró hasta la expulsión de Alvarez. Y eso que Argentina no ajustó marcas atras y Salas (ingresó por Rubio) descubrió algunas desatenciones entre Demichelis y Milito.

   Nada disimuló el tiempo del floreo para Argentina. Riquelme pudo agigantar su figura con otro tiro libre, pero esta vez el pincel no pintó una obra. Messi se comprometió con sus gambetas. Ridiculizó a sus marcadores y fue víctima de la brutalidad de Bravo.

   Si Chile no la pasó peor fue porque Argentina administró con mesura la pelota. Se entregó a un sosiego entendible. Pensó más en el partido del martes ante Venezuela en Maracaibo que en golear a su adversario de turno. Por eso Basile hizo ingresar a Gago por Maxi Rodríguez, a Agüero por Tevez y Saviola por Messi. Lo tuvieron Cambiasso y el Kun, pero Bravo vendió cara la vergüenza deportiva chilena.

   No hubo espacio para la sorpresa que auguró Bielsa en la previa. Su libreto no logró atar todos los cabos sueltos. Imposible misión cuando enfrente hubo un Riquelme inmenso, que marcó el primer paso triunfal de Argentina en su recorrido hacia Sudáfrica 2010.
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Román se despachó con dos golazos de tiro libre.

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