Para el Loco Bielsa, el tiempo no pasó

El tiempo sirve para tomar distancia de las cosas, más cuando uno se llama a retiro y se abstrae de todo aquello en lo que estaba inmerso. Y suele pasar entonces que se reveen las posturas, se cambian rutinas y se prueban nuevos caminos. Nada de eso parece haber pasado con Marcelo Bielsa, al menos en lo que a su profesión se refiere.

   El mismo hombre serio que arrancó los procesos de Argentina hacia los mundiales 2002 y 2006 en esta misma cancha y ante Chile (4 a 1 el 29/3/2000 y 2 a 2 el 6/9/2003 luego de estar 2 a 0), fue el que ayer se calzó la ropa rival, el que vivió el partido sentado solo, sin cruzar palabra con sus ayudantes, el que no dudó en meter mano cuando la cosa no venía bien en el primer tiempo, el que besó la lona en el debut.

   Al menos, el empate que sacó en la consideración de la gente sí lo habrá sopesado positivamente. No debe haberle sido indiferente ese momento de dirigirse al banco, donde testeó in situ el sentimiento que dejó. Dicen que lo peor es la indiferencia. Por eso, ese raro cóctel de aplausos de pie y algunos silbidos, deben haber sido un balance aceptable. Sabe que Riquelme desnaturalizó un partido que había moldeado a la medida de su ideal, pero también que los intérpretes para tan osado plan son otros y que la cultura futbolera de su país de adopción laboral no confía en sí misma porque la historia hasta ahora así se lo marcó. Es una lucha que encara contra los rivales de turno y el frente interno. Pero más allá de que otras sean las circunstancias, Bielsa parece encararla como siempre. Claro, Loco, si “estás igual”.