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 miércoles, 12 de septiembre de 2007  
El drama cotidiano de las víctimas colaterales

Liliana Martínez-Scarpellini / DPA

Nueva York.— La vida de Carlos Valencia dio un giro de 180 grados cuando decidió formar parte del batallón de inmigrantes que acudió a la Zona Cero para ayudar a remover los escombros provocados por los ataques al World Trade Center. Se convirtió, sin quererlo, en una de las víctimas colaterales del 11-S.

El colombiano, que se quedó sin empleo tras la caída de las torres, se presentó a la Zona Cero dos días después de la tragedia en busca de algo para hacer. Seis años más tarde, y después de trabajar casi un año en la limpieza de oficinas y retiro de escombros cerca de la zona, comenzó ya hace tiempo a sentir los mismos síntomas que padecen otras 11.000 personas registradas en el programa de ayuda del hospital Mount Sinai. Se trata de males que surgieron a consecuencia de la exposición a sustancias tóxicas.

“Siento náuseas constantes, pérdida de la memoria, dolor de cabeza, insomnio y depresión”, aseguró Valencia, a quien le diagnosticaron principios de cáncer a fines de 2005.Según un portavoz del hospital Mount Sinai, unas 50.000 personas, que formaron parte del ejército de recuperación en la Zona Cero, están siendo monitoreadas por el hospital neoyorquino. Sin embargo, parece que otros programas de ayuda ya manejan cifras superiores: podría haber hasta 100.000 afectados.

Enfermedades graves. Tres días después del 11-S, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) estipuló que el aire del Bajo Manhattan era “seguro para respirar”. Pero meses después, la inspectora general de la EPA, Nikki Tinsley, reconoció que no existían suficientes datos para certificar el regreso “seguro” a la Zona Cero. En 2002, tres estudios diferentes confirmaron que aquellos gases tóxicos liberados tras el derrumbamiento de las torres estaban relacionados con enfermedades respiratorias graves en los trabajadores y residentes del área.

Al mes de culminar su trabajo en la zona, Valencia acudió a un centro de monitoreo del Proyecto para Trabajadores Latinoamericanos para realizarse exámenes médicos. Desde entonces es miembro de esa organización sin fines de lucro, la única que lo ayudó.

“Tenemos 2.600 miembros, pero sabemos que unas 40.000 personas participaron en las operaciones de limpieza. De todas estas personas, que son víctimas de primer grado, cinco ya fallecieron, y se espera que se presenten muchas más víctimas, porque se trata de un problema progresivo que se manifiesta años después”, aseguró Oscar Paredes Morales, director de la organización.

Valencia y otros 8.000 trabajadores que sufren sus mismos problemas de salud presentaron una demanda colectiva contra las autoridades de Nueva York. La iniciativa surgió después de que un grupo de residentes denunciara a la EPA en marzo de 2004.


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