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 domingo, 29 de julio de 2007  
Ecos de un cambio. Testimonio de un rosarino que pagó con cárcel la tenencia de marihuana
“No soy culpable de ningún delito, sólo fumo marihuana”
Javier fuma porros desde los 15 años y hoy, a los 47, dice que tiene una vida sin problemas

La orden impartida hace un mes por el ministro del Interior Aníbal Fernández, para que se deje de perseguir a los consumidores de drogas y se investigue a las verdaderas redes del narcotráfico “fue una jugada electoralista”. Así lo consideró Javier, un consumidor de marihuana rosarino, quien al igual que otros sigue padeciendo cotidianamente el asedio de la policía provincial. Hace algunos años terminó tras las rejas por poseer estupefaciente para consumo propio, a pesar de que la ley 23.737 no penaliza al adicto. “Hasta ahora, la situación no ha cambiado para los consumidores de la provincia de Santa Fe”, dijo el hombre que no quiso ser identificado para no sufrir persecución policial.

   Hace un mes, el ministro Fernández anunció un cambio sustancial en la política antidrogas en el país. “Me llamó la atención que el ministro dijera eso, sobre todo si se tiene en cuenta que los diputados de la bancada oficialista se niegan a tratar los proyectos de reforma de ley que están presentados hace mucho tiempo en las Cámaras”, ironizó Javier. Y agregó: “Los dichos del ministro tuvieron neto corte electoralista, ya que fueron formulados pocos días antes de que se realizara el ballottage en Capital Federal”.

Nada nuevo. Asimismo, Javier consideró que sería “interesante que dejaran de perseguir al consumidor”, pero dudó de que la policía de Santa Fe cambie sus métodos de trabajo. A renglón seguido indicó que “hasta ahora en la provincia no se modificó nada” y opinó que “no desbaratan las bandas de narcotráfico porque la cana es parte del negocio” de comercialización de estupefacientes.

   Javier es un rosarino como tantos otros. “Consumo marihuana desde los 15 años pero eso no me impidió desarrollarme. Pude llevar adelante mis estudios, el trabajo y mi vida personal sin problemas” comentó el hombre que hoy tiene 47 años.

   Pero su historia quedó marcada por un episodio vivido en 1994. En aquel momento la policía “pinchó ilegalmente el teléfono de un amigo”, y luego allanaron su casa pensando que allí se vendía marihuana. En el procedimiento sólo encontraron 10 gramos de esa droga. El hombre explicó que con esa cantidad sólo se podían armar “diez porros” y naturalmente destacó que “eso es para consumo personal”.

   “Cuando entró la policía pensé que se trataba de un error. Creía que cuando llegara a la comisaría podría explicar que los 10 gramos de marihuana eran para mi consumo y en un ratito estaría otra vez en libertad. Pero no fue así”, recordó Javier. “Los tipos me incluyeron en una causa que ya estaba armada y me metieron como miembro de una banda de narcos”, recordó.

   Superado el impacto inicial, el hombre —que por entonces tenía 34 años— comenzó a transitar un camino para él desconocido hasta entonces. “Tuve que buscar abogados y viví cuatro meses preso”. El primer mes, estuvo detenido en la brigada de Drogas Peligrosas y después fue trasladado a “la redonda”, como se conoce a la Unidad Penitenciaria Nº3 de Zeballos y Riccheri.

Todo armado. “Cuando me pasó todo esto empecé a comprender que la policía arma las causas y siempre acusan al detenido del delito máximo. En mi caso, yo era un consumidor de marihuana, pero me acusaron de vender, con lo cual mi situación procesal era mucho más complicada”.

   También comentó que la mecánica policial consiste en “atrapar a un par de consumidores, pinchar sus teléfonos y si alguien tiene relación con ellos, dicen que todos forman una banda de narcos”. En su caso, el defensor logró demostrar que sólo era un consumidor de marihuana y por eso se le inició una causa penal por tenencia simple.

Permitido. El hombre recordó que dentro de la U3, “se distribuían antidepresivos con la anuencia de los guardiacárceles”, y admitió que algunas veces lograba que “la visita entrara algo de marihuana” que la compartía con otros detenidos. “Los domingos y los lunes podíamos fumar”.

    Sin dudar ni un segundo, Javier confesó que pasar todo esto “fue muy duro” y que lo afectó a nivel personal y laboral. No obstante, no intentó ocultar lo que había ocurrido. “No soy culpable de ningún delito. Consumo marihuana y no perjudico a nadie. Esta es una sociedad muy hipócrita; tanto es así, que al juez que llevó adelante mi causa, lo veo habitualmente en un boliche tomando whisky con gente que yo sé que son merqueros viejos”, concluyó.l
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