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| domingo,
27 de
mayo de
2007 |
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Café del Bajo
Café del Bajo
-Como quiera que sea, siempre una simple plegaria llena de fe y esperanza, será mejor que una columna como la que acabo de arrojar a la basura y que comenzaba expresando: "De los fenómenos sociales de nuestro tiempo, de este postmodernismo en donde el individualismo se ha disfrazado de personalismo y el relativismo funesto procura dominar todas las áreas humanísticas, abruman por su implacable daño ocasionado al ser humano la agresión moral entre la dirigencia y la mentira aplicada mediante sutiles y elaboradas técnicas que tienen a la verdad relativa como sustento". Oremos, Inocencio, en este domingo. ¿No son hermosas las plegarias? Ellas nos permiten no sólo pedir, agradecer, sino saber qué queremos para nosotros y para los demás.
-(¡!) No entiendo nada, pero... Oremos. Oremos porque no haya pobres sobre la faz de la tierra. Porque la riqueza se distribuya más justamente.
-Por los desocupados y por quienes perciben sueldos de hambre.
-Y porque haya trabajo, con remuneraciones y condiciones laborales dignas.
-Porque se implementen sistemas de salud pública eficientes, y los enfermos carentes de obras sociales no deban sucumbir en la desgracia del desamparo.
-Por los niños y jóvenes condenados a una mera existencia, a un simple y desgraciado permanecer.
-Porque los líderes concedan al ser humano una vida digna.
-Por los hombres y mujeres de la tercera edad, jubilados y pensionados condenados a una vida humillante.
-Por las víctimas de la delincuencia. Por las víctimas del narcotráfico.
-Por los que padecen injusticias y son perseguidos.
-Por los que no son amados. Por los que sufren soledad.
-Por los que están por partir, por ellos y por sus seres queridos.
-Por los que acaban de ausentarse y por sus familiares.
-Por los enfermos.
-Por las víctimas de la guerra y el terrorismo.
-Por los que tienen hambre, pero no tienen alimento.
-Por los que tienen frío y no tienen cobijo.
-Por los que están tristes y son sufrientes.
-Pero también por los que son felices, para que no se olviden de los otros.
-Por los débiles y menos afortunados.
-Pero también por los fuertes y más afortunados, para que abran su corazón y extiendan su mano.
-Por los que son odiados y perseguidos.
-Y por los que odian, para que sean presa del amor.
-Por los inocentes condenados injustamente. Por los dirigentes públicos y privados de todos los signos, para que se unan en la causa más noble: la paz interior del ser humano. Por vos que lees esta columna (y que acaso te parezca de lo más estúpida) y también por nosotros... Te pedimos, Adonai, desde lo más profundo de nuestro corazón.
Candi II
-Como quiera que sea, siempre una simple plegaria llena de fe y esperanza, será mejor que una columna como la que acabo de arrojar a la basura y que comenzaba expresando: "De los fenómenos sociales de nuestro tiempo, de este postmodernismo en donde el individualismo se ha disfrazado de personalismo y el relativismo funesto procura dominar todas las áreas humanísticas, abruman por su implacable daño ocasionado al ser humano la agresión moral entre la dirigencia y la mentira aplicada mediante sutiles y elaboradas técnicas que tienen a la verdad relativa como sustento". Oremos, Inocencio, en este domingo. ¿No son hermosas las plegarias? Ellas nos permiten no sólo pedir, agradecer, sino saber qué queremos para nosotros y para los demás.
-(¡!) No entiendo nada, pero... Oremos. Oremos porque no haya pobres sobre la faz de la tierra. Porque la riqueza se distribuya más justamente.
-Por los desocupados y por quienes perciben sueldos de hambre.
-Y porque haya trabajo, con remuneraciones y condiciones laborales dignas.
-Porque se implementen sistemas de salud pública eficientes, y los enfermos carentes de obras sociales no deban sucumbir en la desgracia del desamparo.
-Por los niños y jóvenes condenados a una mera existencia, a un simple y desgraciado permanecer.
-Porque los líderes concedan al ser humano una vida digna.
-Por los hombres y mujeres de la tercera edad, jubilados y pensionados condenados a una vida humillante.
-Por las víctimas de la delincuencia. Por las víctimas del narcotráfico.
-Por los que padecen injusticias y son perseguidos.
-Por los que no son amados. Por los que sufren soledad.
-Por los que están por partir, por ellos y por sus seres queridos.
-Por los que acaban de ausentarse y por sus familiares.
-Por los enfermos.
-Por las víctimas de la guerra y el terrorismo.
-Por los que tienen hambre, pero no tienen alimento.
-Por los que tienen frío y no tienen cobijo.
-Por los que están tristes y son sufrientes.
-Pero también por los que son felices, para que no se olviden de los otros.
-Por los débiles y menos afortunados.
-Pero también por los fuertes y más afortunados, para que abran su corazón y extiendan su mano.
-Por los que son odiados y perseguidos.
-Y por los que odian, para que sean presa del amor.
-Por los inocentes condenados injustamente. Por los dirigentes públicos y privados de todos los signos, para que se unan en la causa más noble: la paz interior del ser humano. Por vos que lees esta columna (y que acaso te parezca de lo más estúpida) y también por nosotros... Te pedimos, Adonai, desde lo más profundo de nuestro corazón.
Candi II |
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