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 miércoles, 27 de diciembre de 2006  
Cómo es el pre y posoperatorio en estas intervenciones
Los implantes de mama encabezan el ranking de cirugías estéticas
A las consultas médicas acuden mujeres cada vez más jóvenes. Respuestas a las dudas frecuentes

Florencia O'Keeffe / La Capital

“Traé el cuerpo que tenés, llevate el que querés”, promete una clínica de cirugía estética en sus avisos publicitarios. La frase, bien efectista, muestra con claridad la fantasía de muchas argentinas que, disconformes con lo que la naturaleza les dio —o con lo que los años le quitaron— , buscan en el quirófano lo que no consiguen de otra manera.

Entre las ofertas que tiene hoy la medicina para solucionar problemas estéticos, el aumento de mamas, seguido por las lipoaspiraciones, encabeza el ranking. Las consultas de mujeres que quieren aumentarse las “lolas” comienzan a los 18 años (en algunos casos, también antes), y la mayoría de las operaciones se realiza entre los 19 y los 50 años. Datos de la American Society of Plastic Surgeons, publicados en el año 2000, indican que el 58% de mujeres que se aumenta las mamas lo hace entre los 19 y los 34 años, y el 38% entre los 35 y los 50.

   Nadie decide operarse de un día para el otro. En general, la persona que toma la decisión de someterse a una cirugía llega al consultorio con una idea establecida porque hace meses o años que lo viene “masticando”. Le piden al especialista tal o cual tamaño porque lo vieron en la actriz o vedette de la tele; porque ya se las hizo una amiga o la cuñada, o bien, porque “así como estoy no me lo banco más”.

   Quienes se van a operar preguntan mucho por los precios y menos por los riesgos físicos de la intervención, quieren procedimientos cortos, con posoperatorios de pocos días, que les permitan retomar cuanto antes a sus actividades laborales y cotidianas.

   Cada vez son más las damas que se operan, pero los caballeros no se quedan atrás. En el caso de los varones, las mejoras pasan por rinoplastia (nariz), cirugía de párpados e implantes capilares. Algunos, también se animan a la liposucción, especialmente para sacarse los “flotadores” de la cintura o a la dermolipectomía (cirugía para extraer los sobrantes de piel del abdomen), en el caso de los que bajaron muchos kilos.

   Frente a la consulta de si las cirugías pueden generar algún tipo de adicción, los médicos señalan que, en general, la mujer o el hombre que toma la decisión de hacerse una operación para cambiar lo que considera un defecto físico, no necesariamente vuelve para “hacerse otra cosa”. Sin embargo, no son pocos los casos en los que la cirugía pretende transformarse en la solución mágica a problemas afectivos o emocionales, y por ende se transforma en una conducta repetida. “Tengo una paciente a la que se le practicaron 27 cirugías en distintas partes del cuerpo”, confesó un cirujano rosarino.

   “Aunque alguna gente lo toma como un paseo por el shopping, se trata de procedimientos médicos que tienen sus riesgos, su posoperatorio y sus cuidados. A las mamas no las dibujamos, las implantamos. Es un cuerpo extraño que el organismo debe aceptar”, destaca Alberto Tuninetti, cirujano plástico, también jefe de cirugías y quemados del Hospital de Niños Víctor J. Vilela.

   En la misma línea opina Ricardo Flaherty, presidente de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora: “La cirugía plástica no es mágica, no es como la goma de borrar. Se necesita encontrar un equilibrio entre las expectativas del paciente y lo que los médicos podemos resolver. Y es bueno que la gente sepa que siempre quedan cicatrices, que los cirujanos tenemos limitaciones y que las complicaciones pueden aparecer”, dijo a La Capital

   Hechas estas aclaraciones, Tuninetti respondió a las preguntas más frecuentes sobre el universo de las cirugías plásticas.

   — ¿Cuál es el tipo de cirugía que se practica con mayor frecuencia en el país?

   — Sin dudas, “la vedette” de las consultas son los implantes de mama seguidos por las lipoaspiraciones; todo lo que tiene que ver con mejorar el contorno corporal, y más en esta época del año. Se nota, además, una tendencia a pedir cirugías miniinvasivas que rápidamente le permitan a la persona reinsertarse al trabajo. La gente no quiere tomarse más de una semana, aunque esto no siempre es posible.

   — ¿Cuáles son las dudas más frecuentes?

   — Hay gente que viene con un preconcepto porque ya hizo muchas consultas o porque tiene amigas o parientes que se practicaron una cirugía estética. Otras mujeres lo toman como la compra de un bien de uso, entonces lo primero que te piden es el presupuesto, porque están buscando el mejor precio. Y están las que vienen sin saber demasiado de qué se trata. En general, en la primera consulta se plantean las dudas y temores. Después hay una segunda consulta donde la persona procesó la información que le dimos en el primer encuentro y aparece con nuevas preguntas. Si aparece una tercera visita suele ser porque se decidió y viene a que pongamos la fecha de la cirugía.

   — ¿Qué estudios previos se exigen?

   — En general, los exámenes consisten en análisis de sangre, electrocardiograma y control prequirúrgico con un cardiólogo. Para mamas también se pide una mamografía; y en el caso de que aparezca alguna dificultad, o la paciente ya comente que tiene un problema previo, pedimos estudios más profundos para decidir si hacemos o no la operación. Esto se debe cumplir sí o sí, y lleva su tiempo.

   — ¿Reciben consultas de personas muy jóvenes? En ese caso, ¿quién debe autorizar la cirugía?

   — En los últimos años vemos que más tempranamente las chicas consultan por implantes mamarios. Es muy común que a los 18 años quieran operarse, pero también a los 15 vienen por cirugías de nariz, en muchos casos como regalo de cumpleaños. También notamos un incremento de los pedidos de liposucción de abdomen y piernas en mujeres jóvenes, entre los 20 y los 30 años. En el caso de las menores, si se hace la cirugía, deben contar con el consentimiento por escrito de sus padres.

   — ¿Todas se ponen, o hay quienes se sacan “lolas”?

   — La gran mayoría se pone. Cuando yo comencé, hace más de 15 años, ocho se sacaban y dos se aumentaban. Hoy, es a la inversa.

   — Los implantes ¿deben cambiarse cada tanto?

   — Hacemos controles muy precisos, dos veces al año. No tenemos un tiempo pre-establecido, pero la práctica nos indica que a los 10 ó 15 años el implante se recambia. Se hace por necesidad médica o porque la mujer ya quiere otro tipo de prótesis, en general, más grandes.

   — ¿Cuál es la tendencia en cuanto al volumen de la mama?

   — También hay un cambio respecto de lo que pasaba hace 10 años. Solíamos colocar prótesis de 200 ó 230 cm3, y ahora el promedio es de 300 cm3 o más.

   — ¿Algunas se arrepienten?

   — No me ha pasado. En todo caso de lo que se arrepienten algunas mujeres es de no haberse puesto un poco más.

   — ¿Cuánto tiempo demora una cirugía de mamas? ¿En qué consiste el posoperatorio?

   — Como mucho dos horas. La persona no queda internada, sólo unas horas en observación. Para iniciar tareas livianas, como ir a la oficina, pedimos una semana. Pero si me preguntan les recomiendo que se tomen dos semanas. La evolución del posoperatorio es muy variable y no sabemos quién demorará más o menos tiempo hasta que no la operamos. Recién en dos meses se puede ejercitar la parte superior del cuerpo, sin levantar pesas.

   — ¿Crecen las consultas cerca del verano?

   — Sí. El mejor momento para operarse es hasta los primeros días de diciembre. Hay que pensar que después se necesita un mes de recuperación total. A la semana del implante no se puede ir a la playa a tomar sol. A algunas mujeres no es fácil hacerles entender los riesgos. Lo mismo sucede con otras cirugías como la lipoaspiración, donde por lo general quedan hematomas que se absorben de a poco. Si a los 10 días se quieren poner la bikini no va a ser posible. A lo mejor podemos acortar los tiempos con medicación, pero hay una evolución natural y necesaria para cualquier procedimiento médico.

   — ¿Observa cierta adicción a las cirugías?

   — Hay casos puntuales en los que sucede. He tenido pacientes que relatan que para ellas, hacerse una estética es como hacer un viaje. Otras que aseguran que necesitan pasar por el quirófano porque están mal anímicamente... Algunas mujeres se han operado más de 20 veces y quieren más. Pero hay que aclarar que no es lo más habitual. En general, la persona que tiene conflicto con alguna parte de su cuerpo en particular, trata de mejorarlo, y cuando lo soluciona, listo. No me parece que sea adictivo.

   — ¿Se nota el cambio anímico en quien se opera?

   — Mucho. Sobre todo en las señoras que se hacen implantes o cirugías de nariz o de abdomen. En algunos casos, por ejemplo, cambian la forma de su abdomen por una cicatriz grande, pero no les importa, porque la ropa les queda mucho mejor y con eso ya es suficiente. El cambio anímico lo notás de inmediato. Luego de la operación ya vienen vestidas de otra manera, tienen otra actitud, el efecto en la autoestima es sorprendente.

   — ¿Está de acuerdo con el concepto de que “ninguna consulta en cirugía estética es frívola”?

   — Quien se toma la molestia de ir al consultorio, abonar una consulta, y pensar en entrar al quirófano es porque tiene un conflicto que lo está movilizando y que quiere revertir aunque haya un cos to . A los cirujanos nos suelen comentar las motivaciones, y hay muchas mujeres que viven angustiadas, que no prenden la luz en la intimidad cuando están con su pareja. Siempre aparece en el consultorio el dato íntimo que denota sufrimiento.

   — ¿Las expectativas son desmedidas?

   — No falta quien llega con la foto de Luciana Salazar, pero hay que tener en cuenta que la estructura anatómica de cada persona es particular, no partimos de la misma base. La gran mayoría comprende las limitaciones y luego se entusiasma con el resultado conseguido.

   — ¿Cómo elegir el mejor cirujano?

   — Es bueno buscar referencias. Lamentablemente hoy hay muchas situaciones que son del ámbito de la cirugía plástica que se resuelven con médicos que hacen otras especialidades. Hay hasta personas que no son médicos y que operan. Esto suele estar motivado por los costos, pero hay que saber que las consecuencias pueden ser fatales. El Colegio de Médicos es un buen lugar para pedir referencias, como también la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica.

   “No hay ninguna cirugía que se justifique antes de los 18 años”, dice, contundente, Flaherty, de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica.

   El médico porteño se queja de la influencia de los medios de comunicación en esta tendencia . “No nos damos cuenta que todo apunta al gran consumidor que es el adolescente; y las cirugías estéticas han sido tocadas también por la fiebre consumista”, afirma. Flaherty dice que en este tema, padres y médicos deben ponerse firmes: “No se puede hacer ninguna cirugía plástica en un individuo que no completó el desarrollo de su organismo”, subraya.
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Los implantes vienen en distintos tamaños y materiales.

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