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domingo,
22 de
octubre de
2006 |
Bahía, la tierra de la felicidad
La ciudad muestra la combinación perfecta entre historia y mar, y sorprende al viajero con su mística y cultura
Fabiana Monti / La Capital
Bahía, "terra da felicidade", dice una canción. Aunque combina paisajes de tristeza y miseria, la ciudad transpira historia y mar, lo que hace un rompecabezas perfecto para los sentidos de todo aquel visitante que se anima a explorar sus calles y sambullirse en ese espíritu brasilero que se trasunta en cada espacio a recorrer.
Aún cuando los historiadores discutan si la ciudad se llama Salvador o San Salvador, su pueblo la llama Bahía. Fue fundada el 1º de noviembre de 1549, en una entrada de la Bahía de todos los Santos. Fue la primera capital de Brasil hasta el año 1763 que fue transferida a Río de Janeiro y posteriormente a Brasilia.
La ciudad fue el centro del cultivo de azúcar desde el siglo XVI al XVIII, y vinculados a ese fenómeno fue un gran centro de importación de esclavos africanos, hecho que aún muestra su influencia en la composición étnica de la demografía local.
El elevador Lacerda une a la ciudad baja con la ciudad alta, comunicando la historia con el presente. En la parte de arriba se encuentra el Pelourinho, donde está el corazón de la vida popular bahiana, es la parte más vieja de la ciudad, con calles de empedrado y casas antiguas pintadas de colores vivaces.
En realidad, su esencia es el dolor, porque en su estaca castigaban a los esclavos, pero hoy se ha transformado en un lugar de la memoria, donde conviven plazas, bares, negocios, restaurantes, iglesias, museos y un intenso movimiento cultural, digno de aprovecharse.
Dos sitios que no deben dejar de visitarse son la fundación del conocido autor Jorge Amado, donde se filmó la famosa película "Doña Flor y sus dos maridos", protagonizada por Sonia Braga, donde recrea esa atmósfera bahiana que el viajero se impregna apenas baja del avión; o la fundación del grupo Olodum, que transforma el Pelourinho en carnaval los domingos y los martes a la noche.
Las iglesias
En tanto, las iglesias merecen un capítulo aparte, ya que dicen que en Bahía hay 365, una para cada día del año. Eso es una muestra del sincretismo religioso que se originó de la unión del catolicismo con la religión de los esclavos africanos, dando origen al candomblé.
En la barroca iglesia de San Francisco, el visitante puede asistir a un espectáculo de luces y sonidos donde es narrada esta historia, o recorrer la iglesia do Señor do Bonfim, en el barrio do Comercio, donde se puede visitar el Museo de los Milagros, y conocer la otra cara de Bahía, ya que está ubicado en uno de los barrios más populares de la ciudad.
Otro lugar histórico que el viajero no puede dejar de recorrer es el Mercado Modelo, (la antigua aduana) y sus catacumbas recientemente descubiertas tras un incendio, donde se impone otra vez la triste historia del comercio ilegal de esclavos. Allí hay un despliegue de artesanías y productos regionales, y si se va un viernes puede acompañarse de buena música y un rico "chopinho gelado".
Un lugar estratégico para recorrer es el Farol da Barra, un sitio destacado en la lucha contra los holandeses, donde se puede apreciar la Bahía de todos los Santos y una vista privilegiada de la geografía del lugar, siempre acompañada de vendedores ambulantes que tratarán de persuadirlo para llevarse alguna "lembrança".
Pero en la ciudad de Bahía no todo es historia, también sorprende al viajero por su modernidad. Hay imponentes edificios y barrios residenciales, y a quien le guste de los paseos comerciales, cuenta en su haber con una gran cantidad de galerías y shopping centers.
Y esa modernidad se desplaza a lo largo de toda su costa, que es maravillosa, y cuenta con un sinfín de playas con mar abierto o mar cerrado para elegir, con arenas blancas y aguas cálidas. En cada playa el visitante podría sentarse a degustar un coco gelado o alguna caipirinha, acompañada por frutos de mar o algún "salgadinho" o la infaltable acarajé, comida típica bahiana, que se acompaña con un picante muy fuerte, capaz de despertar las más profundas pasiones.
También se puede llegar a la playa de Itapúa, que solía visitar Vinicius de Moraes en sus frecuentes visitas a Bahía; o la playa de Flamengo; o disfrutar unos masajes reconfortantes a la sombra de las palmeras en la playa de Jardín de Alah.
Para recorrer las playas se puede hacer a través de los autos de alquiler que por 1,70 real los llevan a cualquiera de estas opciones. En otro lado de la ciudad, reurbanizado en el año 1998, se puede apreciar un impresionante parque natural donde están las esculturas de los orixas del candomblé. Bahía es música, historia y mar, y la ciudad sorprende al visitante a cada paso. Sólo es cuestión de dejarse sorprender.
Paraíso tropical
Y si la belleza e historia de Bahía no alcanza, a cuatro horas de lancha a mar abierto se puede llegar al Morro de San Pablo, un paraíso ubicado en la punta noreste de la isla de Tinharé del Sur de Bahía.
Es el lugar ideal para olvidarse del mundo, los ruidos y el estrés y sumergirse en un mundo tropical rodeado de palmeras, playas de aguas cálidas y arenas blancas. Allí no circulan autos y las playas son distinguidas por números.
En la segunda, es un lugar espectacular para realizar buceo y también hay una excelente vida nocturna. En la tercera también hay piletas naturales y más alejadas hay una playa nudista.
En la villa donde hay sólo dos calles principales hay posadas, restaurantes, y toda la movida cultural y comercial. Como paseos imperdibles en el morro, está el antiguo fuerte para conocer la historia del lugar, la cascada Fonte de Ceu, y la feria de artesanato, entre otras.
Si el viajero no es amante de las emociones fuertes, también se puede llegar en buses al morro, aunque es inevitable un tramo en el mar.
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Fotos
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El Pelourinho es un viaje en el tiempo, donde vive la memoria de la ciudad, pintada de colores y animada con música.
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