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domingo,
22 de
octubre de
2006 |
Viajeros del tiempo
El coche del general Roca. El domingo a la tarde iba el general Roca en su carruaje por la porteña calle Corrientes, cuando al llegar a la de Cerrito, la niña María Mercedes Castro, de 6 a 7 años de edad, que atravesaba corriendo de una acera a otra, se precipitó sobre las ruedas traseras del coche. El cochero detuvo el vehículo y Roca, dándose cuenta de lo ocurrido, bajó inmediatamente y tomando en brazos a la criatura la condujo hasta una farmacia próxima. Allí pudo comprobarse que la herida no era grave y que se trataba de una simple lesión en la frente. Mientras se atendía a la niña, la madre de ésta, avisada de lo ocurrido, llegó desolada en busca de su hija, la que le fue entregada por el presidente de la república, quien después de dirigirle algunas palabras de consuelo le regaló un billete de cien pesos.
Linchamiento de italianos. El encargado de negocios de Estados Unidos acaba de entregar a la cancillería de Roma una nota de su gobierno con motivo del reciente linchamiento de cinco súbditos italianos en Erwin, Estado de Misisipí. El gobierno de Washington informó que han sido arrestados y encarcelados tres de los presuntos culpables, los que serán juzgados y castigados según las leyendas (sic) penales de la Unión. Los deudos de las víctimas serán indemnizados.
That is the question. Unas pretenden que debe irse a la próxima temporada de ópera con traje de paseo, lo más lujosos, eso sí, mientras que otras sostienen que el traje de baile es de rigor. Y sobre esto la discusión es acalorada. Los bandos se dividen en fracciones iguales y no es posible saber si las partidarias del traje de paseo son más numerosas que las que han resuelto ir de gala, y para dirimir la cuestión estamos tentados de abrir un plebiscito. En cuanto al traje del sexo feo, no cabe discusión: l’etiquette, monsieurs, est de rigueur.
El Rosario salvaje. En la noche del lunes al martes se ha llevado a cabo un verdadero acto de vandalismo que debe ser castigado con todo el rigor de la ley. Algunos salvajes, pues de otro modo no pueden ser calificados, penetraron en el interior de la Biblioteca Popular, instalada en la calle San Luis entre las de Comercio (*) y Buenos Aires, y cometieron toda clase de depredaciones. El reloj fue roto, los diarios pisoteados, la tinta vertida sobre los papeles, los libros tirados al suelo, y por último se llevaron algunos tomos de importantes obras que diseminaron en las calles del sud, habiendo felizmente sido recuperados algunos de ellos. Este hecho vergonzoso ha ocurrido a una cuadra de la comisaría 1a y sin embargo ningún agente ha visto entrar o salir a los autores. Es de esperar que una rápida pesquisa dé con ellos para castigarlos como se merecen.
(*) Luego Laprida.
Investigación y realización Guillermo Zinni ©
Fuente: La Capital
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