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domingo,
22 de
octubre de
2006 |
Unos 40 cementerios permanecen ocultos en Buenos Aires
Los restos de los pobladores de los siglos XVII y XVIII están ahora bajo el asfalto de varios barrios porteños
La ciudad de Buenos Aires oculta bajo el asfalto cerca de 40 cementerios antiguos, que fueron los lugares de entierro de los pobladores que habitaron la zona entre los siglos XVII y XVIII. Las últimas moradas de los primeros porteños estaban ubicadas, para el 1600, dentro de los templos, luego se abrieron camposantos anexos a las iglesias ante el aumento de la cantidad de fallecidos, y finalmente se crearon los cementerios con la llegada de las epidemias a principios del 1800.
Esos lugares están hoy situados bajo plazas, avenidas céntricas, calles, edificios y hasta entidades bancarias, por los cuales miles de personas transitan día a día sin conocer la historia oculta.
Este mapa de cerca de 40 lugares de entierro fue elaborado por la Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural porteño y será presentado a fin de mes en el Congreso Internacional de Cementerios, que se hará en Buenos Aires.
En la tarea de investigación, a cargo de la titular de la Comisión, Leticia Malonese, y el historiador Leonel Contreras, se analizaron las costumbres de los porteños al momento de enterrar a un ser querido. Según el relato, las personas de la clase alta eran sepultadas en los interiores de los templos, mientras que la gente de pueblo, los esclavos o reos eran enterrados en los camposantos anexos. Una muestra de ello fue la Iglesia de San Miguel, construida en 1727 en la esquina de Tacuarí e Independencia y luego trasladada a Mitre y Suipacha, en cuyo camposanto -actual plaza Roberto Arlt- eran enterrados los pobres y ajusticiados.
Asimismo, existieron ya para el 1800 dos cementerios para los habitantes disidentes que no profesaban la religión católica apostólica romana, sino que eran protestantes. El primero de ellos, llamado Del Socorro, estaba ubicado en Juncal y Suipacha, donde eran enterrados los ciudadanos de origen estadounidense y alemán, y el restante, el Victoria, situado en lo que hoy es la plaza Primero de Mayo, en el barrio de Balvanera, albergó a los fallecidos de la comunidad británica. En ese mismo lugar, según se cree, fueron inhumados los primeros habitantes judíos de Buenos Aires, que para inicios del 1900 fueron trasladados hacia la primera necrópolis propia, en el partido bonaerense de Avellaneda. (Télam)
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