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 sábado, 21 de octubre de 2006  
Ideas que trascienden

Cuando los arquitectos Luis Livni (ya fallecido) y Mariano Arana (hoy ministro de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente), integrantes del grupo de estudios urbanos, recorrían los barrios de Montevideo mostrando diapositivas de las reliquias arquitectónicas que desaparecían al ser demolidas durante la dictadura uruguaya, no se imaginaban que ese paseo sería la fiesta popular que es hoy, y que este año rindió homenaje al ingeniero Eladio Dieste durante dos días.

La forma elegida para preservar el patrimonio que encontraron estos arquitectos uruguayos era proyectar diapositivas en los distintos barrios y hacerle llegar a la gente la imagen viva de aquellas obras que estaban siendo mutiladas. Su tarea de entonces se parecía más a la de los intelectuales y artistas del suprematismo ruso, llevando la cultura en los trenes, pueblo por pueblo, a modo de respuesta ante la opresión.

Durante el Día del Patrimonio la ciudad se viste de fiesta. Tanto edificios públicos como privados abren sus puertas y Montevideo se abre para sí misma. De esta forma la ciudad puede vivirse con todos los sentidos y en toda su extensión. La recorrida se hace en cada barrio, en bicicleta, caminando o en micros, de forma arbitraria, entrando en cada sitio que tenga en su ingreso un cartel indicador de color amarillo. La fiesta se vive en un total de 20 barrios, y las actividades programadas suman más de 60. A esto habría que sumarles las acciones que surgen por iniciativa popular y que se multiplican por cientos.

Cualquiera puede ser la forma de aproximarse al patrimonio. El clima festivo invade a los visitantes, sea con las multitudes esperando las explicaciones de las visitas guiadas dentro de cada edificio, o en las que realiza en micros la Sociedad de Arquitectos del Uruguay.

Uno puede encontrarse con el arquitecto Mariano Arana, el periodista Ignacio Suarez y la profesora Diosma Piotti en una charla sobre Eladio Dieste. Los tres hablan de este "maestro" de la ingeniería y arquitectura con palabras que llegan al corazón. El encuentro en el bar La Catedral de los Sandwiches culmina con la presentación de la propietaria quien muestra "el nuevo sandwich Eladio Dieste", que con cubierta de papas fritas de copetín rememora las gráciles membranas de doble curvatura diseñadas por el ingeniero.

Con igual naturalidad es posible encontrar en el puerto a Agustín Dieste explicando las cuestiones físicas consideradas para el cálculo de las bóvedas gaussas diseñadas por su abuelo. "Etica y estética" son las palabras que encuentra para definirlo. Tan breve y al mismo tiempo una vida en dos palabras. Hombre de fe, ingeniero de profesión, predicó con el ejemplo. Quiso que la belleza de la geometría perfecta de la luz que se cuela por la nobleza del ladrillo fueran patrimonio de todos.

A su obra puede accederse trabajando, rezando, esperando, caminando, de pasada. Es allí cuando uno se detiene y si observa con detenimiento empieza a preguntarse cómo algo tan familiar y cotidiano, como lo es a simple vista su obra, resulta tan sorprendente. Sus estructuras parecen tentar la gravedad pero sin embargo, no hacen otra cosa que responder a la fórmula perfecta.

Catenarias, cáscaras de doble curvatura, campanas de Gauss calculadas al milímetro, no insumen más esfuerzo o material que el necesario. Austeridad en la materialización del cálculo exquisito, perfecto, que apabulla por su simpleza.

Atardecer de domingo, la fiesta debe terminar, la ciudad se acalla y quedan las ganas de disfrutarla y conocerla por un día más.

Livni y Dieste nos dejaron un gran legado al morir. Esta fiesta del patrimonio invita a entrar a aquellos sitios que nos son privados o pasados por alto, a escuchar su historia, a observarlos por dentro y por fuera. Sentir que patrimonio implica pertenencia. En el país donde los personajes célebres del arte y la cultura ocupan los billetes y los próceres las monedas, se siente que el patrimonio más alla de lo que cuesta, vale.
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