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domingo,
15 de
octubre de
2006 |
[Lecturas]
Sociedad de huérfanos
Osvaldo AGuirre / La Capital
Historia. A las puertas del hogar, de Gabriela Dalla Corte y Paola Piacenza. Prohistoria ediciones, Rosario, 2006, 128 páginas, $ 35.
Según han puesto de manifiesto diversos estudios, entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX la ciudad de Rosario experimentó una vertiginosa sucesión de cambios. El desarrollo económico, la afluencia de los inmigrantes y la expansión urbana apuntaron algunos de los rasgos salientes de ese período. Igualmente importantes, aunque menos conocidos, fueron los fenómenos que se dieron en el revés de ese proceso, desde los conflictos sociales a las diversas modalidades de la marginalidad. En ese sentido, la investigación de Gabriela Dalla Corte y Paola Piacenza revela un aspecto singular, el de los mecanismos puestos en juego para responder ante la situación planteada por el creciente número de niños que quedaban huérfanos.
El antiguo Hospicio de Huérfanos y Expósitos de Rosario (a mediados del siglo XX tomó el nombre de Hogar del Huérfano), administrado por las Damas de Caridad, surgió como la instancia de contención para recibir a los niños abandonados, un problema que creció al mismo ritmo que el de la explosión demográfica de la ciudad. Sus madres, explican las autoras de este libro, eran mujeres por lo general recién llegadas al país, que debían abandonar transitoria o definitivamente a sus hijos, muchas veces por no contar con medios para mantenerlos o ante la necesidad de incorporarse al mercado de trabajo.
Las Damas de Caridad inauguraron el edificio del Hospicio en 1879. Apenas cinco años después, el asilo se encontraba desbordado por la cantidad de niños que recibía, incluso de las provincias de Buenos Aires y Córdoba. Los huérfanos componían dos grandes grupos: los que habían sido abandonados definitivamente por sus progenitores, y en consecuencia eran dados en adopción, y aquellos que llegaban de modo transitorio, con la esperanza o la promesa de ser reclamados por sus progenitores.
En el segundo caso, las madres dejaban cartas u objetos junto con sus bebés. Las Damas de Caridad las denominaron señales; constituían el documento de identidad de los niños, ya que representaba aquello que los individualizaba y garantizaba, además, la posibilidad de la recuperación. "A las puertas del Hogar" propone precisamente un análisis del problema a la luz de la lectura de esas señales, que fueron preservadas en el valioso archivo de la Sociedad Damas de Caridad y del antiguo Hospicio de Huérfanos, actual Hogar del Huérfano.
Las señales, guardadas en cajas metálicas de galletitas que se convirtieron "en insospechados cofres de seguridad", estaban constituidas por elementos que los familiares de los niños, dicen Dalla Corte y Piacenza, dejaban conscientemente para establecer un diálogo ritualizado con la institución. Se trataba de medallas, fotografías, estampas, escritos, cartones, trapos, cintas y un largo etcétera. Palabras y cosas que afirmaban el vínculo en medio del abandono y designaban por contigüidad a la madre, componiendo "la escena de una comunicación mutilada por la separación que sólo podrá completarse en ocasión del reencuentro".
Esos objetos (el libro ofrece una extensa selección de imágenes al respecto) resistieron el paso del tiempo, y en ellos quedaron cifradas las voces, los temores y los deseos de quienes los confiaron con sus hijos. "A las puertas del Hogar" recompone esos relatos, los ubica en su época y en su sociedad, y así descubre un camino inexplorado en el pasado. En las mujeres que acudían al asilo, "la pobreza y la necesidad estuvieron presentes mucho más que el honor o la dignidad mancillada".
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Fotos
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Señal. Una batita y una carta identifican a Ricardo, nacido el 4 de agosto de 1899.
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