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 domingo, 15 de octubre de 2006  
Distrito bajo el señorío de sicarios
Los narcos administran lo que sucede en la zona paraguaya de Amambay. Deciden sobre la vida de sus rivales y sus matones le ponen precio. De allí proviene la mayor producción de la marihuana consumida en Argentina

Leo Graciarena / La Capital

No existe registro de muerte por sobredosis de marihuana en la ciudad de Pedro Juan Caballero. Sin embargo, cuando se rompe con los códigos no escritos que rigen el mundo del contrabando y el narcotráfico, la marihuana mata. "En Pedrojuan hay que tener cuidado porque un error te cuesta la vida", fue la advertencia más escuchada por La Capital antes de llegar a la "Terraza del país", como llaman los paraguayos a su ciudad más alta sobre el nivel del mar. En la capital del departamento del Amambay, donde viven 80 mil habitantes, el promedio de homicidios oscila entre los 12 y los 15 por mes. Todos ajustes de cuentas ejecutados por sicarios profesionales. Rosario, que ronda el millón de habitantes, tiene este año un promedio de 8 asesinatos al mes y una minoría es atribuible a la criminalidad organizada.

"En mi departamento existe el crimen perfecto", describe Cándido Figueredo, corresponsal del diario asunceño ABC Color. "Una vez, conversando con una periodista de la BBC de Londres, me decía que el crimen perfecto no existía. Y le conté que en el Paraguay, en la región del Amambay, el crimen perfecto existe. Ella me decía: «La Scotland Yard dice que no existe». Entonces le conté: «En mi departamento yo puedo matarle a un tipo (sic), tirarlo en el baúl de mi auto y arrojar su cuerpo en un descampado. Al otro día, puedo ser testigo, estar como curioso cuando la policía levante el cadáver. Y ese día la noticia va a ser que hallaron un cuerpo en tal lugar y al otro día está todo olvidado»", relató este pedrojuanino nacido hace 52 años.

Figueredo, además de ser el periodista "más molesto" para los grupos de poder legales e ilegales en Amambay, tiene su cabeza cotizada por los traficantes en 50 mil dólares. La Policía Nacional lo ubica en un ranking de diez personas con mayor peligro sufrir un atentado en Paraguay. Por eso confía su vida a cuatro policías que se turnan para protegerlo. Y a su calibre 45. De todas maneras su casa y su vehículo fueron baleados en al menos dos oportunidades cada uno. "En mi región hay una ley bien clara, que no está escrita en ninguna parte, pero se cumple. El que traiciona, muere. Así de simple. El que molesta, muere. No hay doble lectura", explica.


Periodista asesinado
En 1992 el periodista Santiago Leguizamón, a través de su radio FM Mburukujá, comenzó con una serie de denuncias y apareció asesinado en pleno centro de Pedrojuan el 26 de abril, día del periodista en Paraguay. Figueredo hizo levantar un monolito para recordarlo que dice: "Es mejor la muerte física que la muerte ética". En lo que va de este año dos periodistas han muerto en la región. André Felipe, quien trabajaba para las radios Mega 94 y Cultura AM, fue asesinado a tiros, en Campo Grande, el 4 de febrero. Campo Grande es la capital del estado brasileño Mato Grosso do Sul, que limita con el departamento paraguayo de Amambay. El 13 de marzo, en la ciudad de Ponta Porá (frontera seca con Pedrojuan), José Késsio, de la Amambay FM, también fue asesinado en la propia radio y en presencia de su hijo de diez años.

"Recuerde, el color del auto es blanco, europeo y nuevecito, / y porta placa oficial. Son cinco, tres atrás, dos adelante/ nuestro hombre está en la foto que le acabo de enseñar./ Colóquese al lado del chofer y no piense en lo que va/ a pasar. No tenemos tiempo que perder:/ arranque al oírme disparar", cantó en 1999 el panameño Rubén Blades en su tema Sicario, del álbum Tiempos. "Yo no sé si el tipo es bueno, o malo; solo sé que le tocó/ perder. En el cielo está Dios, soberano: en la tierra,/ la orden del cartel", recita el cantautor.

Caminando por las calles de Pedrojuan y Capitán Bado, 100 kilómetros al sur de la capital de Amambay, da la sensación de estar inmerso en un buen guión de cine. El de una película que aún no se estrenó y que cuando lo haga, reventará la taquilla. Hasta que eso no ocurra, la referencia puede ser "La virgen de los sicarios", aunque sin la efervescencia de Medellín. Entre las dos ciudades se concentra el 80% de la producción de marihuana del Paraguay. Ambas están hermanadas por una historia ligada a la guerra entre grupos mafiosos que controlan la producción y la comercialización de marihuana, además del contrabando. Al transitar por sus calles empedradas puede palparse la ausencia del Estado, del que sólo quedan edificios simbólicos. La ley que manda es la de los traficantes que, desde hace 40 años manejan todo lo que sucede en el departamento y la frontera seca con Brasil. El precio de la vida está en manos de los señores del contrabando o en sus sicarios.


Homicidios con mensaje
"Aquí los homicidios son muy violentos. Nadie muere de un disparo. Le pegan 25, 30 o 40 disparos. Y antes los torturan como reprimenda por alguna macana que se hayan mandado. Una vez encontramos un cuerpo que no tenía lengua ni corazón. Y con el tiempo nos enteramos que el muerto habló mucho y entregó a mucha gente. Por eso, a un poderoso le dio un ataque cardíaco y murió. Entonces, la ley era que trajeran el corazón de ese tipo", explicó el periodista. Todos los homicidios en Pedrojuan tienen un mensaje. Lenguas cortadas, candados cerrando la boca, cuerpos empalados o sin brazos o piernas. Todos mensajes para acabar con la mala idea de la traición.

"Los sicarios que trabajan en la frontera seca entre el Amambay y Mato Grosso do Sul son profesionales que no yerran nunca. Las víctimas reciben disparos certeros. En los últimos tres años, todos los sicarios se mueven en moto. Los dos con casco y el que dispara es el de atrás. Todo es en movimiento con pistola 9 milímetros, la más usada, o la escopeta calibre 12. Son profesionales que no van a errar nunca", cuenta Figueredo. "Mi cabeza vale 50 mil dólares, pero un sicario puede matarme gratis. Sólo por quedar bien ante su jefe que me odia. El precio lo pone el trabajo. El sicario es contratado para matar a un tipo. Entonces pregunta: si hay otra gente, ¿qué hacemos? ¿Los matamos también o no? Así funciona la cosa"

"A los que cantan (delatan) o joden al patrón, se los liquida. Yo he visto morir a varios amigos porque se quedaron con una parte del dinero o de la merca. Y fue muy triste. En este negocio no podés macanear. Si sos recto y actuás honestamente, nada malo te va a pasar, te van a proteger. Pero si les engañas...", le explicó un joven que mueve marihuana a bordo de una bicicleta al diario paraguayo Ultima Hora.

Cuando se consulta a los periodistas paraguayos que están en la zona de tráfico, coinciden en que los sicarios que trabajan en la frontera provienen de dos vertientes: el Grupo de Operaciones Especiales de Frontera (GOF), cuerpo de elite de policía brasileña, y los jóvenes reclutados por los narcos en las favelas.

Tras varias denuncias, que incluyeron la de "eliminación de bandidos" y corrupción, el GOF (creado en 1987) cambió su nombre en 1994 por el de Departamento de Operaciones de Frontera. "En estos últimos dos años fuimos invadidos por gente que venía detrás de Fernandinho Beira Mar (narco brasileño que dominó la zona de Capitán Bado y está preso en Brasilia). El tiene el capricho de retomar el poder de Capitán Bado, perdido al caer preso en 2001. Y trajo a la frontera gente que ya no tenía cabida en las favelas. Hombres que mataron a cientos. Y que por ahí asesinan a alguien porque no les resultó simpático o por pura diversión. Mucha de esa gente está hoy en la frontera".
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En el centro de Pedrojuan se puede encontrar de todo.

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