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 domingo, 15 de octubre de 2006  
La equidad del género
Griselda Kenyon, líder de mujeres universitarias, visitó el país y repasó temas sobre los derechos femeninos

Clarisa Ercolano / La Capital

"Es muy importante que la mujer tenga el control sobre su propio cuerpo porque ese derecho es el que definitivamente las equipara con los hombres", dice sin vueltas Griselda Kenyon, presidenta de la Federación Internacional de Mujeres Graduadas Universitarias (Fimu), que visitó Rosario invitada por la delegación local de esa organización no gubernamental. Kenyon advierte que cuando la mujer pueda disponer de su cuerpo al igual que el hombre, "habrá conquistado una importante bandera de la lucha por la equidad de género", y admite que no tiene certezas para hablar de cuándo se llegará a ese grado de igualdad. "Van a tener que preguntarle a mi nieta", dice entre risas.

Si bien Kenyon tuvo un rol activo en organismos internacionales, su especialidad es la educación. Ella y el grupo de mujeres que integran la fundación Fimu trabajan para que los niveles de educación en las mujeres se eleven y de esa manera, poder garantizar el crecimiento.

"Espero que los estados trabajen juntos; todos tienen que velar para todas las mujeres", dice abriendo una invitación.

Si bien la experta realiza una evaluación positiva y dice que aumentó el número de mujeres graduadas universitarias, reconoce la necesidad de fomentar becas y otros proyectos que promuevan la educación para que las que están formadas universitariamente acudan y asistan a los países donde es casi nulo el acceso a la educación por parte del sexo femenino.

La organización presidida por Griselda Kenyon está abocada a la concreción de proyectos con mujeres miembros en continentes de pobreza extrema, como en el africano, "donde la educación casi no llega", y agrega que además, atendiendo las prioridades, se realizan emprendimientos solidarios para que se entrenen en el trabajo y en la promoción de la salud.

"La idea es formar en lo económico, en lo social y en el campo de la salud", sintetiza Kenyon. Desde hace un tiempo las mujeres universitarias elevan propuestas a organismos internacionales para mejorar su presencia en la sociedad y la fundación se suma a otras organizaciones que tienen el mismo objetivo para hace oir su voz de manera conjunta. "Es más fácil trabajar en conjunto con otras", apunta Kenyon.

Respecto del posicionamiento laboral, Kenyon dice que no reciben el mismo trato y condiciones económicas que los hombres por más que su formación académica sea superior. "Queremos terminar con esto que es una forma de discriminación, sobre todo con las empresas grandes que no respetan el nivel educativo de la mujer" y agrega que esto no tiene que ver con el grado de desarrollo de los países, "pasa en Inglaterra igual que en India o en Argentina".

Un poco más alentador parece ser el panorama en el campo de la política, donde las mujeres ganan cada vez más reputación realizando acciones transformadoras en los cargos políticos y organizaciones de sus pueblos y comunidades.


Metas para conquistar
Actualmente los conflictos armados desangran naciones enteras, por eso, la preocupación de Kenyon por formar mujeres negociadoras para la paz, ya que sostiene que están constituidas de otra forma para negociar en los conflictos. "Están más capacitadas para resolver, por eso hay que convocarlas a las negociaciones de paz. Se les está dando más preponderancia en puntos estratégicos como policía, fuerzas armadas y ONGs pacificadoras en sitios devastados por la guerra", dice conforme. "Las mujeres quedan después de las guerras y saben hacer de todo", subraya.

Muchas veces, el desarrollo económico trae aparejado consecuencias nefastas para el medio ambiente. Kenyon brega por un desarrollo económico y también por una concientización en desarrollo sustentable, y cree en educar a las mujeres para que trabajen en la agricultura junto a técnicas y expertas que conozcan cómo desarrollar economías sin dañar el medio ambiente.

Lamentablemente menciona que aún existen en muchos países árabes y algunas etnias africanas donde directamente no existe la mujer como sujeto de derechos. Por eso afirma que "el desafío es amplio porque están obligadas a ocultarse, sin posibilidades de trabajar y condenadas a muerte si cometen infidelidades". Además, señala que "es menester de los países consolidar los derechos en estos lugares".

Si bien las leyes que promocionan la igualdad de género abundan, Kenyon espera que se cumplan efectivamente. "Los gobiernos pueden hacer cosas para la mujeres, pero las mujeres tienen que presionar a los gobiernos para que hagan lo que prometen en sus parlamentos y en las reuniones internacionales", finalizó.
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Griselda Kenyon, presidenta de Fimu.



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