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domingo,
15 de
octubre de
2006 |
Internacionales. Las propuestas de Lula o Alckmin se asemejan. Mercosur o Alca pueden marcar la diferencia
Brasil: el socio va a la segunda vuelta
El resultado de las elecciones en el país vecino es un
dato clave para el futuro
de la economía argentina
Jorgelina Hiba
Es tiempo electoral en el mayor país de Sudamérica. En dos semanas los brasileños tendrán que decidir en segunda vuelta si le dan la reelección a Lula da Silva, el presidente de centroizquierda que no sin sorpresa para muchos optó por una receta económica ortodoxa que privilegió la estabilidad por sobre el crecimiento o si en cambio prefieren la llegada al poder del conservador Gerardo Alckmin, ex gobernador paulista que contra todos los pronósticos logró arrancar un ballotage donde todos vaticinaban una segura victoria del oficialismo.
En el marco de una campaña donde las denuncias por corrupción en las filas del partido gobernante terminó monopolizando el debate preelectoral, la figura de Lula ya no espanta como hace cuatro años atrás ni a los inversores internacionales ni a los referentes del mercado, cómodos dentro de las políticas de estabilidad que privilegió el gobierno durante su mandato.
En este contexto de relativo consenso ideológico de fondo entre los dos candidatos sobre las grandes líneas de acción de la economía, la continuidad o no de Lula al frente del poderoso vecino puede, sin embargo, reacomodar el equilibrio de fuerzas dentro del Mercosur -donde desde Brasil muchos acusan a Lula de poco firme- y también generar algún cambio en la orientación de la política exterior brasileña, que en caso de victoria opositora miraría con mejores ojos un acercamiento comercial con Estados Unidos.
Balance de cuatro años
A pesar del reciente estallido de un mega escándalo de corrupción y de lo que pueda pasar en las próximas dos semanas, Lula da Silva -apoyado sobre todo por las clases populares y con el visto bueno del establishment local- aparece con grandes chances de renovar su mandato como presidente el 29 de octubre.
Decidido a controlar de cerca los números macro de Brasil, el ex dirigente gremial enfrentó desde un principio fuertes resistencias internas a su propuesta de gestión de la economía, a la que muchos desde el propio PT acusaron de ser demasiado conservadora y obediente de las recetas de los organismos internacionales.
Con un crecimiento promedio del 2,6% anual durante su mandato, Lula no pudo cumplir su promesa de acercarse a las espectaculares tasas que mostraron los países emergentes, que casi triplicaron esa cifra.
Otra crítica difícil de rebatir para la administración petista fue la decisión de mantener las tasas de interés cerca del 14%, una de las más altas del mundo. "Tal vez el peor error de Lula fue seguir un modelo de renta y financiero", afirmó Alfredo Eric Calcagno, especialista en temas de economía internacional.
Fue justamente ese modelo el que, según muchos analistas, alejó a la clase media del crédito poniéndole un freno al consumo y a la inversión. La misma clase media que sufrió el congelamiento de sus salarios y que siente que es la que paga, por intermedio de una fuerte presión impositiva, la factura de las políticas sociales asistencialistas del gobierno.
Desde el Planalto (la sede de la administración política brasileña) se defienden y enumeran una y otra vez los logros de los últimos cuatro años: estabilidad, reducción de la inflación del 13% al 3,8%, aumento del salario mínimo real, incremento de la inversión extranjera -que alcanzó los 21.500 millones de dólares, el nivel más alto desde la ola privatizadora de finales de los noventa-, creación de casi 4 millones de nuevos puestos de trabajo y disminución de casi un 20% de los niveles de pobreza, según números difundidos por la Fundación Getulio Vargas.
Además, destacan el alcance redistributivo del plan Bolsa Familia, un sistema de subsidios estatales que llega a 11,1 millones de familias -unos 40 millones de brasileños- donde las madres reciben entre 50 y 100 reales mensuales a cambio de garantizar que sus hijos vayan a la escuela y se vacunen.
"A la hora de hablar del mayor acierto del gobierno del PT, vale mencionar la implementación de fuertes políticas sociales redistributivas", señaló Calcagno.
De continuidades y cambios
Más allá de las críticas o los elogios que genera el gobierno del PT, son muchas las voces dentro de Brasil que aseguran que, gane quien gane dentro de dos domingos, la orientación económica del futuro gobierno será esencialmente la misma. "La elección de Lula o de Alckmin es igual", declaró hace pocos días al diario "Folha de Sao Paulo" Roberto Setubal, presidente del Banco Itaú -el más grande del país- y claro representante de la opinión del sector privado.
"Las propuestas económicas de los dos candidatos no fueron muy discutidas a nivel público básicamente porque no son muy diferentes", analizó Ariel Palacio, corresponsal del diario "Estado de Sao Paulo" en Argentina.
"Lula fue de izquierda pero nunca fue marxista, y con el correr del tiempo y de su experiencia política se fue moderando hasta tomar una posición casi de centro. Alckmin es de centro, o apenas de centro derecha. No hay diferencias profundas", agregó el especialista.
Para Palacio, el eventual cambio de color político en Brasil sí puede repercutir, en cambio, sobre las prioridades en política exterior, al menos en cuestiones de forma. "Si bien Alckmin hace un discurso muy genérico sobre el Mercosur, da la sensación de no ser tan entusiasta como Lula. Lo que sí queda claro es que seguramente va a defender mejor la posición brasileña dentro del bloque con respecto a las exigencias comerciales de Argentina", apuntó, dejando en claro que no en vano el candidato de la socialdemocracia tiene el apoyo declarado del empresariado paulista, el más poderoso e influyente del país.
"Con Alckmin como mandatario, Kirchner enfrentaría una situación al interior del bloque más complicada que con Lula", afirmó, aunque aclaró que de todas maneras el Mercosur es en Brasil "una política de Estado" a la que adhieren todas las formaciones políticas.
En un sentido parecido avanzó Calcagno, para quien un cambio de mando dejaría al Mercosur reducido a un bloque de intercambio comercial sin mayores aspiraciones. "De seguir Lula, el Mercosur puede convertirse en un factor de poder mundial no sólo comercial, sino también político y económico", aseguró.
Tanto el periodista brasileño como Calcagno coincidieron en señalar que un eventual gobierno de Alckmin buscaría acercarse más a Estados Unidos.
Para Palacio, Alckmin pondría además cierta distancia con el efervescente Hugo Chávez, aunque todo hecho con diplomacia y moderación. "El contenido de los lineamientos económicos hacia dentro y hacia fuera serían muy parecidos en caso de victoria opositora. Sólo cambiaría el moño del paquete", metaforizó el corresponsal.
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Fotos
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Alckim y Lula durante el debate de la última semana. Según las primeras encuestas el actual presidente gana la partida.
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