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| miércoles,
09 de
agosto de
2006 |
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Charlas en el Café del Bajo
-La noticia dice así, Inocencio: "La muerte de una afiliada al Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados (Pami) fue un calvario para su hijo, quien al no contar con dinero para pagar el sepelio debió acudir a los medios de comunicación para lograr que le vehiculizaran el trámite. Luego de casi diez horas de incertidumbre, la obra social le informó que una cochería se haría cargo del servicio. Durante todo ese tiempo, el cuerpo permaneció en la morgue del hospital". Por su propio carácter, su claro contenido, la noticia nos exime de todo comentario, pero es posible decir algo al respecto, ¿verdad?
-Al terminar nuestra charla de ayer referimos a un hecho en el Pami que pudimos comprobar. Nada comparable, claro, con este penoso episodio que debió vivir la familia de esta afiliada, pero que marca con qué indiferencia por el bien y la calma del prójimo en esta institución, en ocasiones, se trata a la gente. Fíjese usted que días pasados me crucé con un conocido que había asistido a las oficinas de calle Sarmiento a pedir un turno para un familiar, y me relató que observó a un señor, ya anciano, con una orden de un médico de cabecera que lo derivaba para que lo revisara un traumatólogo. El pobre hombre iba y venía con un papelito en la mano de un escritorio al otro.
-Hay quienes tratan a las personas como maleta de despistado.
-Finalmente le dijeron que no había ningún traumatólogo atendiendo y que le iban a dar un turno para la próxima semana.
-¡Qué vergüenza! ¿No tiene esta obra social médicos especialistas que atiendan todos los días?
-En su desesperación, y con un malestar físico que se le reflejaba en el rostro, este pobre señor trataba de explicar su dolencia a la empleada administrativa, que obviamente nada podía hacer. Me pregunto, Candi, lo mismo que acaba de preguntarse usted: si en un lugar donde esta gente se tiene que hacer atender, y que son los consultorios externos, no debería haber todos los días un médico especialista, por lo menos en las áreas más frecuentadas a esa edad como son traumatología, cardiología y oftalmología. Pero bueno, estamos en Argentina, y en este ámbito cambiamos funcionarios pero no mentes.
-¡Tiene razón! Se cambian funcionarios, pero no mentes.
-Y eso que no hace falta ser muy brillante para tomar iniciativas de este tipo, es sólo cuestión de sentido común, sensatez, respeto y valor hacia nuestra ancianidad.
-¿Sabe qué sucede, amigo? Acaso nosotros estemos atrasados, a lo mejor hoy los médicos en determinadas instituciones atienden por control remoto.
-Seguramente, debe ser así.
-Días pasados caminaba por el Parque a la Bandera, donde transcurrió gran parte de mi infancia, y pensaba: ¿dónde quedó el trompo, la bolita, las "figu" y el bolillón de plomo? ¿Dónde el papel de diario, el engrudo y aquellos barriletes que remontaban sueños e ilusiones? ¿Y dónde aquellos sentimientos admirables, elevados, aquellos gestos solidarios que caracterizaban a la sociedad de entonces? No quiero decir, como el poeta, que "cualquier tiempo pasado fue mejor, como después de acordado da dolor", pero es evidente que la "play station" en reemplazo de las escondidas y los nuevos modelos sociales no nos han servido de mucho, ¿no es cierto?
-Alguna vez hemos dicho aquí que la tecnología ha avanzado, pero el espíritu en muchos casos se quedó rezagado. En su libro "La inteligencia emocional", el periodista y psicólogo Daniel Goleman sostiene que a pesar de la maravillosa evolución que tuvo el cerebro del hombre, el sistema límbico, donde se asienta la mente emocional (primaria y común a todos los mamíferos), aún dispone de un poder muy importante. La neocorteza, asiento de la racionalidad que distingue al ser humano, aún está sujeta al reino de las pasiones. Parecería, Inocencio, que esta cultura individualista, este modelo social posmoderno, no ayuda mucho al desarrollo de la neocorteza y espanta a toda sublimidad espiritual.
Candi II
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"En el caso de los juicios que se llevan adelante contra los represores por las violaciones a los derechos humanos, me parece que lo veo un poco lento. Hay que tener más celeridad, no tener miedo a avanzar"
Néstor Kirchner
Presidente de la Nación
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La Ciudad
