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domingo,
23 de
julio de
2006 |
El día que el comandante conoció a Hilda
Tenía 28 años y Fidel Castro, el hombre que tanto admiraba por su liderazgo en la Revolución Cubana, se encontraba a sólo unos metros. El presidente visitaba la Universidad de La Habana y los compañeros de Molina la empujaron a acercarse. "¿Cómo te llamas?", le dijo con tono paternal. "Hilda Molina Morejón", respondió, temblorosa. "¿Eres buena estudiante? ¿De qué carrera?", repreguntó. "Soy estudiante de medicina", dijo la joven con humildad. Sus amigos completaron la información: era el mejor promedio de la carrera. "¿Qué especialidad te gusta?", completó el presidente. "La neurocirugía. Desde niña soñé con ser cirujana de la cabeza", reseñó con emoción Molina. "¡Ah, neurocirujana! Pero así... tan chiquita y con esas manitas...". El 1,52 metro de estatura no le impedirían 16 años más tarde, en 1987, convertirse en la primera mujer en el planeta en realizar una intervención quirúrgica de trasplante de tejido cerebral. La operación fue un éxito.
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