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domingo,
23 de
julio de
2006 |
Sueños propios, negocios ajenos
"En estos momentos no se vende ni se compra nada porque no se sabe qué rumbo va a tomar todo esto", acuñó Roberto Brussa. Y comentó que un tiempo atrás los terrenos del barrio se valorizaron hasta alcanzar los 300 dólares por metro cuadrado, mientras que para la misma unidad, la construcción duplicaba ese precio. Ahora, y mientras no se defina el proyecto sobre el barrio, se abrió un paréntesis inmobiliario, según explicó.
Para una vecina del lugar que prefirió mantener en reserva su nombre, "por seguridad", ocho años atrás el barrio comenzaba a transformarse. Por ese entonces había viejas casonas que funcionaban como pensiones o inquilinatos. "Era gente que no tenía trabajo y estaba todo el día en la calle, sacaban mesitas y tomaban cervezas, familias enteras que iban y venían, pero las condiciones en las que vivían no eran buenas", relató.
Y agregó que más allá de eso, el lugar era tranquilo. Después la misma Municipalidad fue desocupando las casonas y los vecinos comenzaron a soñar con un lugar con sello propio, reactivado para el turismo, pero sobre ejes temáticos y culturales.
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