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domingo,
23 de
julio de
2006 |
Preocupados. Vecinos piden que se reconsidere un proyecto sobre el barrio
Denuncian que Pichincha
vive un calvario cada fin
de semana por los boliches
Unas diez mil personas llegan al lugar en busca de diversión y lo transforman en un coctel de ruido y alcohol
Silvia Carafa / La Capital
Habitantes del barrio Pichincha expondrán mañana ante el Concejo Municipal las desventuras de tener como vecinos a bares y boliches que cada fin de semana aportan a la convivencia unas diez mil almas en busca de diversión. Cuando se encienden las luces de jueves a sábado, el corazón histórico del barrio se convulsiona. Música, gritos, autos, alcohol y peleas, sin contar los desechos biológicos esparcidos en umbrales y veredas, ensombrecen el ánimo de los residentes que ahora están preocupados por un proyecto de ordenanza que, según intuyen, potenciaría el perfil que hoy cuestionan.
"Queremos sacudirle la conciencia a los concejales con respecto a este proyecto, que intenta colocar en Pichincha la zona de boliches y confiterías", dijo Rodolfo Yunes. Desde hace meses, cada miércoles, los vecinos se reúnen para tratar el tema que los desvela, literalmente, los ruidos y "la muerte de la vida familiar". Sienten que van perdiendo terreno a manos de un impronta de vida nocturna que según explicaron, citando a urbanistas, no puede existir en zonas urbanas.
Pero eso no es todo. También los preocupa la instalación de un megacentro de diversión que ocuparía un predio con salida a las calles Lagos y Riccheri para cuya construcción hubo un registro de oposición que generó más de un malentendido. "Se hizo en una escribanía que nos cursó notas", explicaron sin dejar de señalar las dificultades que esa medida les generó.
Según los vecinos, las dificultades de convivir con bares y confiterías incluyen, además del estruendo musical, todo tipo de inconvenientes. "Orinan y vomitan en las veredas, gritan y se tiran con ladrillos, rompen las plantas, cruzan los autos en las veredas, hacen picadas y pasan las motos sin escapes", detalló la mujer y dijo que la lista sigue.
"Nadie inspecciona nada, nadie dice nada", sentenció Roberto Brussa y dijo que a todas las penurias sufridas -por ejemplo, tener que bajar a la vereda ocupada por los bares- hay que añadir la prepotencia como respuesta ante los intentos de reclamos que hacen los vecinos por parte de los dueños de los lugares y de los clientes. "En una oportunidad pedimos que al menos cerraran las puertas y lo hicieron, pero trajeron una camioneta blanca, y se pusieron a bailar en la calle con el equipo de música del vehículo", relató.
A la hora de los relatos, el testimonio de los vecinos no tiene fin. Jueves, viernes, sábados y feriados los ponen a prueba en una situación de asimetría, ya que demográficamente el barrio se multiplica. "Hay miles de personas circulando, primero hacen lo que ellos llaman la caravana, esto es ir de boliche en boliche", comentan los vecinos. La recorrida no abarca más de dos manzanas en las que se concentran 13 bares o confitería, que según explicaron, obtienen la habilitación con un rubro que después cambian sobre la marcha.
Amenización musical
"Casi todos hacen eso porque pedir habilitación con musicalización requiere la aprobación de los vecinos", comentaron para insistir en que no se hacen inspecciones para constatar el vaivén en los rubros habilitados. "Los urbanistas sostienen que no pueden coincidir este tipo de actividades con el éjido urbano consolidado. Por eso nos preocupa el proyecto de ordenanza que se está impulsando sobre el barrio", enfatizaron.
En opinión de los vecinos, la iniciativa que ahora está a consideración del Concejo, impulsada desde la Municipalidad, además de regular aspectos urbanísticos y de uso, avanza para consolidar en la zona un perfil de diversión nocturna. Se trata de las 57 manzanas delimitadas por Oroño, Vera Mujica, Tucumán y Rivadavia que conforman el núcleo histórico del barrio con leyendas prostibularias incluidas.
"No habría problemas en que el barrio tome un ambiente de bohemia, el problema es que proliferen los bares con amenización musical y las confiterías bailables que operan como especies depredadoras de otro tipo de emprendimiento", dijo Yunes. Así, salones de fiesta, restaurantes y bares temáticos, junto a emprendimientos culturales, serían según los vecinos un mejor destino para Pichincha,
Para los vecinos del lugar el problema comenzó a tomar cuerpo hace dos años, "al principio como un avance cultural y eso nos puso contentos, pero después todo se desmadró", señalaron. Ahora con un escenario nocturno que los inquieta, se autoconvocaron para pedir a las autoridades que reconsideren lo proyectado y que pongan en marcha controles para la situación actual. Además, dijeron que nunca hablaron con los dueños de los lugares nocturnos, que en algunos casos, sólo aparecen los jueves para comenzar, una vez, el ciclo que los angustia.
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De jueves a sábado la tranquilidad de las noches del macrocentro se hace añicos.
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