|
domingo,
02 de
julio de
2006 |
Stuttgart, la ciudad idilica
Situada en un paisaje de ensueño en el que florecen los árboles frutales, los bosques son oscuros y los viñedos están cargados de frutos, Stuttgart es una ciudad idílica, incluso para quienes no son amantes de la naturaleza. Según un estudio del semanario alemán Focus, la ciudad suaba tiene el mejor índice de calidad de vida entre las grandes ciudades del país, principalmente por las industrias radicadas aquí -Mercedes Benz, Porsche y Bosch, entre las principales- y a su oferta cultural, que incluye cuarenta escenarios, algunos tan respetados como la Staatsoper, dos universidades, una academia de artes visuales y más de ciento veinte editoriales, toda una invitación a los amantes del arte, que disfrutarían de Stuttgart incluso aunque el Mundial no se jugara aquí en absoluto.
Qué ver: muchas de las atracciones de Stuttgart pueden alcanzarse siguiendo simplemente la Koenigstrasse, la calle peatonal que parte de la estación principal de trenes y se dirige hacia el centro de la ciudad, pasando frente a St. Eberhard, la iglesia de los dominicos, y conduciendo a la Schlossplatz. Sitio preferido de los habitantes de Stuttgart para los picnics, esta plaza, presidida por la columna erigida en conmemoración del vigésimoquinto aniversario del comienzo del reinado de Guillermo I (1841), se encuentra rodeada por un complejo de edificios gubernamentales que incluye el Neues Schloss, un palacio construido a finales del siglo XVIII y reconstruido en el estilo original después de la Segunda Guerra Mundial, cuando fue dañado severamente por los bombardeos aliados, el Koenigsbau (1860), asiento actual de la Bolsa, y el Altes Schloss, que alberga una colección de arte sacro de la Edad Media. Muy cerca de la Sclossplatz se encuentra la Staatsgalerie, una de las colecciones de pintura del siglo XX más importantes de Alemania.
Unos pocos metros separan la Staatsgalerie de la Schillerplatz, pero es como si las separaran varios siglos: la Schillerplatz es una plaza renacentista que acoge habitualmente un mercado de flores. Sus principales atracciones son el monumento al escritor romántico alemán Friedrich von Schiller, el restaurante "Alte Kanzlei", situado en un edificio del 1500, y el antiguo granero de la ciudad (1390), donde actualmente se encuentra alojada la colección de instrumentos musicales antiguos del museo regional. Si bien se encuentran relativamente apartados del centro de la ciudad, el visitante no debería marcharse de Stuttgart sin haber visitado el barrio Weissenhofsiedlung y el Wilhelma.
El primero fue diseñado hacia 1927 por los arquitectos más importantes del momento como Mies van der Rohe, Le Corbusier y Walter Gropius y, pese a que gran parte de los edificios originales fueron destruidos durante la Segunda Guerra Mundial, uno puede hacerse una idea del concepto original, de un vanguardismo provocativo y estridente por entonces.
El Whihelma, por su parte, es un jardín botánico y zoológico concebido a mediados del siglo XIX. Cuenta con varios invernaderos, una granja con animales y numerosos jardines diseñados en diferentes estilos. El morisco, con sus rosas lacustres y magnolias, es uno de los más hermosos del país.
Qué comer: ni siquiera los estómagos más delicados se marcharán de Stuttgart sin haber encontrado algo de su absoluta satisfacción gracias a la abundancia de restaurantes de todos los tipos y categorías y, en particular, a la excelente comida suaba, cuyos platos permanecen en la memoria mucho después de haber pagado la cuenta. Entre los más interesantes están la sopa de "maultaschen" o ravioles rellenos originalmente con hocico de ternera, los riñones ácidos, el guiso de lentejas con salchichas y el repollo fermentado con tripas de cerdo, tocino, salchichas, carne ahumada y arvejas, aunque en este sentido todo restaurante bávaro es una invitación al asombro.
Qué traerse: entre octubre y marzo, los productores de vinos de la región cuelgan de su puerta ramos de retama, lo que significa que invitan a entrar y catar los vinos de la nueva cosecha acompañándolos de platos tradicionales. Mientras que los blancos de la zona son fuertes pero de inferior calidad en relación a los de la zona del Rin, los tintos, de sabor frutado, son extraordinarios y han metido a la región de Württemberg en el mapa enológico internacional.
Qué evitar: Mercedes Benz y Porsche, los dos gigantes automovilísticos radicados en la ciudad, tienen aquí sus museos, ambos en barrios bastante alejados del centro y sin conexiones adecuadas. Se sabe que el fanatismo todo lo perdona, y las autoridades de ambas empresas han montado a sabiendas de esto exhibiciones carentes de interés para quienes ven en los automóviles nada más que vehículos. Quizá sea más interesante visitar la fábrica de Mercedes Benz en Sildenfingen. La empresa organiza visitas guiadas que deben ser concertadas previamente, pero todo esto es sólo para fanáticos.
enviar nota por e-mail
|
|
|