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 domingo, 02 de julio de 2006  
Elecciones bisagra
Gane quien gane, México seguirá casado con EEUU

Andrea Sosa Cabríos

Ciudad de México. - Aun si hoy el centroizquierdista Andrés Manuel López Obrador ganara la presidencia mexicana, algo está claro: la relación entre México y EEUU seguirá siendo un matrimonio por conveniencia. Más allá de simpatías, el nuevo gobierno no podrá romper lanzas con Washington por el peso de la vecindad y la interdependencia que existe entre ambas naciones.

La agenda de política exterior mexicana está condicionada por su intimidad geográfica, el intenso flujo comercial bajo el paraguas del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta) y el alto número de trabajadores que emigra cada año a EEUU.

México y EEUU comparten 3.200 kilómetros de frontera y hay unos 11 millones de mexicanos en el segundo país, la mitad de ellos de manera ilegal y en busca de una regularización migratoria en el Congreso norteamericano.

López Obrador, que llega a las urnas como favorito, propone una política exterior "prudente" y una relación de respecto con EEUU y con los demás países del mundo, donde nadie moleste a nadie. "La mejor política exterior es la interior", repite el candidato de 52 años, que no tiene pasaporte, no habla inglés y lleva más de una década sin salir de México.

"Vamos a cuidar no meternos en la vida interna de otros pueblos y de otros gobiernos, porque no vamos a permitir que se metan en asuntos que sólo competen a los mexicanos. El próximo presidente de México no va a ser muñeco de ningún gobierno extranjero", dijo.


Turismo diplomático
El candidato izquierdista señala que tiene mucho por hacer en México y que no está interesado en andar por el mundo de "turismo diplomático", en épocas en que muchos asuntos pueden resolverse por Internet. Esto le ha valido críticas de especialistas como la experta Isabel Turrent, que considera "francamente alarmante" su planteamiento, por provinciano. "López Obrador no sólo carece de un proyecto de política exterior: no sabe de qué está hablando, no entiende lo que es el mundo globalizado", opinó.

Y aunque sus rivales han querido equipararlo con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, es improbable que López Obrador adopte frente a EEUU un estilo combativo y de ruptura similar al del mandatario venezolano.

El ha expresado más bien interés en relacionarse con el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, y el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, figuras del arco moderado de la izquierda, y ha elogiado al presidente argentino, Néstor Kirchner.

Al igual que López Obrador, su máximo rival, el candidato oficialista, Felipe Calderón, y el candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Roberto Madrazo, proponen una relación armónica con todos los países del mundo y en particular con América latina.

La diferencia radica en que López Obrador no aspira a liderazgos regionales, mientras que Calderón y Madrazo quieren mejorar la presencia internacional de México. "Yo quiero más mundo en México", dijo Calderón. "Y quiero más México en el mundo también, porque quiero que reasumamos el liderazgo de nuestro país en todos los foros multilaterales y en todas las regiones del mundo, empezando por América latina", afirmó.

Los mexicanos son muy celosos de su autodeterminación. La política exterior construida durante siete décadas por los gobiernos del PRI, de 1929 a 2000, se caracterizó por la defensa acérrima de este principio.

A los mexicanos no les gusta que EEUU les diga qué hacer, pero tampoco que ningún otro presidente se inmiscuya en sus asuntos.

El escritor mexicano Carlos Fuentes, una de las plumas más reconocidas de la literatura en español, expresó en un artículo que, gane quien gane hoy, tendrá que tener relaciones fluidas con EEUU. "Sea quien sea el próximo presidente de México, heredará los hechos que derivan de nuestra peculiar posición geográfica", resumió. "López Obrador -escribió- no será ni puede ser ni un Chávez ni un Lula. Porque Brasil y Venezuela pueden escoger amigos y enemigos. Pero no tienen que resignarse a ser vecinos". (DPA)
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