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domingo,
25 de
junio de
2006 |
Mundial de fútbol: una fiesta para todos
El Mundial de Fútbol concentra la atención de un gran número de personas, especialmente en países como el nuestro en los que este deporte forma parte del acerbo cultural. Comentarios, cábalas, discusiones, conjeturas, humor "se despiertan" y alimentan la pasión por el fútbol, generando medios vinculantes entre los ciudadanos. Todo parece una fiesta.
Pero no falta nunca el grupo opositor que sólo se centra en aspectos negativos de esta Copa Mundial: consumismo desmedido, discriminación, ausencias escolares y laborales, etcétera. Sin dejar de lado que cualquier acontecimiento conlleva aspectos negativos y positivos, sería provechoso incluir en nuestra forma de vida, disfrutar los momentos festivos, revirtiendo la tendencia al desaliento, la angustia paralizante, el desasosiego, actitudes que empañan la riqueza que promueve la fiesta. Sería más saludable ante un evento de trascendencia mundial, aprender a compartir la alegría que genera.
Desde hace meses se dirime el grado de educabilidad del Mundial, algunas veces sin argumentos sólidos, cuando no es la primera vez que se juega, y otras se ha probado que tanto docentes como padres que quieren, han podido rescatar los beneficios para enriquecer la formación de niños, jóvenes y adultos. Siempre es válido un disparador para el diálogo. Elaborar ideas, comunicarlas es parte del ser humano.
Paralelamente, debido a la conmemoración del fallecimiento de Manuel Belgrano recordamos, y en nuestra ciudad de forma especial, la creación de la bandera nacional y a su creador con actos especiales. Algunos con enojo observan la motivación por tener banderas, gorros, bufandas o remeras argentinas para el Mundial, porque no se hace con el mismo entusiasmo para las fiestas patrias. Y si el enojo se torna queja concluye cerrando posibilidades de crecimiento.
En cambio, deberíamos rescatar la emoción que se desprende de una pasión popular y orientarla a ampliar horizontes. La identidad gestada por el fútbol impulsa el deseo de ser reconocidos y valorados internacionalmente. No sólo por nuestra capacidad en un deporte, sino por ser miembros activos de un país que respeta los derechos de y entre los ciudadanos, que no discrimina, no especula y no se corrompe. Una sociedad solidaria que se esfuerza por estudiar y trabajar (podríamos cansarnos de nombrar valores que nos enorgullezcan como personas y como comunidad). Aprender a disfrutar la fiesta, y orientar la energía favorablemente es una oportunidad que nos compete a todos. Convendría no dejarla pasar desapercibida.
Alicia Caporale
Licenciada en educación
[email protected]
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