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 domingo, 05 de marzo de 2006  
candi
Charlas en el Café del Bajo
-Teresa Bosch me ha entregado la copia de una carta triste, pero a la vez esperanzadora, que una chica española enferma de cáncer le envía a otra que padece la misma enfermedad. Al parecer las dos se conocieron durante un control médico y allí nace una amistad. La chica que recibe la carta es muy creyente y religiosa y ha logrado convencer a la otra -que llevaba una vida disipada- para que se convierta. Nos resulta imposible transcribir toda la carta porque es extensa, pero veamos algunos aspectos: "Nunca he conocido a una persona con un optimismo tan grande ante la contradicción (adversidad). Realmente espero que a lo largo de tu vida, Dios te ponga al lado de personas que necesiten tanta ayuda como la necesitaba yo". Dice la muchacha más adelante: "Me da pena que tu todavía sigas con la quimio y sus efectos. Yo he tenido más suerte que tú respecto a eso, he acabado los ciclos muy rápido, el pronóstico es muy positivo, no me han tenido que operar y tú ahí sigues con tantos síntomas molestos que yo no he llegado a tener en el transcurso de la enfermedad. De veras que lo siento. Sí, lo sé, lo importante es rezarle a Dios. He reflexionado mucho sobre eso que siempre me dices de que «la enfermedad es un don que Dios concede», porque te hace más sensible a todo lo que vives; las necesidades de los demás, la importancia de vivir al día, el agradecimiento ante cosas que por lo general pasamos por alto, la lucha por intentar dejar una huella positiva y santa en las personas que te rodean. Lo de la santidad todavía lo veo muy lejos y me cuesta creer que una persona como yo pueda llegar a ser santa. Y aquí viene la noticia bomba, por la que estoy segura has rezado a ese san José María al que todavía no tengo mucha devoción. Todavía miro la estampa con un poco de respeto, porque desde que me he cruzado contigo muchas cosas en mi vida han cambiado. Mejor dicho, Dios me ha ayudado a cambiar; dejar de vivir con mi pareja y dejarle definitivamente vivir la vida como una persona que sólo vive una vez y no como una asquerosa vividora que sólo va a su bola y lo único que busca es pasárselo bien: beber, liarse, etcétera. Ya conoces mis pecados y me alegra que no te hayan hecho huir de mí. En fin a lo que iba. Notición: me he despedido de la revista. Me ha costado mucho tomar la decisión, pero cuando leí ese punto de «sé útil, deja poso», (algo positivo, calma) pensé: ¿qué poso puedo dejar yo escribiendo en esta revista tan poco moral? Realmente me ha costado mucho y además mis jefes me han llamado de todo: inepta, no sabes lo que haces, te morirás de hambre, ahora te ha dado la vena de lo moral. Estás perdida. Pero me acordé de esas palabras que Jesús le dice a San Pablo: «Te basta mi gracia». Ya ves. otro avance: todos los días leo un rato el Evangelio. ¿Qué te parece? Seguro que te doy una alegría, además tengo la convicción de que Dios podrá escribir recto con un renglón tan torcido como yo, aunque mucho me tienes que enderezar". Su reflexión Candi, breve.

-Hay un sólo y sutil pensamiento erróneo en la carta cuando dice la chica que comprende que la enfermedad es un don de Dios. En mi opinión -y seguramente es lo que ha querido decir- el don es el sentido que Dios le da a la enfermedad. A través de ella se comprende que con frecuencia valoramos todo aquello que, llegado el momento, advertimos que no sirve para nada y se descubre que la vida es algo más que lo frívolo y mundano. Ya he opinado una vez que Dios no busca ni quiere el sufrimiento, pero apareciendo éste, la divinidad le da un sentido profundo, no permite que el dolor transcurra en vano. Y como ya hemos dicho en otra oportunidad, casi todas las dificultades (excepto algunas que son inherentes a la naturaleza de las cosas) son causadas por el propio ser humano. El mensaje de esta muchacha española es muy claro y tremendamente importante. Como ella misma lo advierte, la vida no es sino una lucha por dejar una huella positiva.

Candi II

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