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domingo,
09 de
octubre de
2005 |
Cambio de hábitos
"La vida me cambió en todo", dice Ariel en relación a lo que vive desde aquel 21 de julio. "Muchas veces cuando duermo, en el sueño la bala del tipo sale. Y me despierto agarrándome la panza". Pero la pesadilla parece ser un carretel sin fin. "Cuando me empezaron a caer las fichas me dije «cómo se lo cuento a los nenes». Ellos ya venían avivados porque en la escuela los otros chicos les preguntaban. Les dije cómo había sido y al más grande le conté de las amenazas porque en casa me veía muy mal", explica Ariel.
Ariel sufre lo que en la calle se conoce o se resume con el adagio de la procesión va por dentro. "Muchas veces estoy mal en mi casa, me quieren ayudar y no saben cómo. Y eso es peor. Por ahí me agarra la locura a la madrugada y me voy a tomar un café sin decirle nada a nadie. Por ahí alguien te saluda y vos le querés pegar, por las dudas. A los chicos no sé como pudo haberles afectado, aunque traté de hacerselo más light. Mis viejos también están mal", contó.
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