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 domingo, 22 de abril de 2007  
Ingresos. Especialistas analizan las ventajas y desventajas de los sistemas de reparto y capitalización, tras la libre opción del sistema previsional
Jubilación: la aventura de llegar a la vejez con plata

Marcos Cicchirillo / La Capital

“¿Me quedo en la AFJP o me paso al sistema de reparto?” La pregunta es el denominador común entre los afortunados trabajadores y autónomos que tienen perspectivas de cobrar en el futuro una jubilación, pero las respuestas parecen ser tantas como las personas que aportan parte de sus ingresos al sistema previsional. Para los analistas, el masivo traspaso de aportantes del régimen privado al público en la última semana es la expresión de una sociedad que manifiesta “bronca” o “enojo” más que el reflejo de razones objetivas basadas en la rentabilidad , propia de quienes a lo largo de las décadas vieron al país pendular entre distintas e incluso antagónicas políticas económicas.

A la hora de analizar el camino a seguir —hay tiempo hasta el 31 de diciembre para optar por el traspaso y a partir de esa fecha se cierra el libro de pases por los próximos cinco años— todos aconsejan la “prudencia” antes de optar, ya que en la elección juegan numerosos factores. Por un lado los individuales: si se trata de un hombre o una mujer, si se es joven o se tiene una edad más avanzada para el mercado laboral, o si se es soltero o casado y si tiene bajos o altos ingresos.

Pero además, intervienen factores macroeconómicos y sociales como la inflación, la evolución de la economía, el crecimiento vegetativo de la población y la salud del sistema previsional presente y futuro, todas variables que en la Argentina casi pertenecen al terreno del azar más que al de ecuaciones probabilísticas.

¿Cómo imaginar el país dentro de 15 o 25 años? Basta pararse en 1991 y recorrer lo que sucedió en los 15 años siguientes como para tener una muestra. Convertibilidad mediante y con las reformas estructurales en la cresta de la ola, en 1994 se decide privatizar el régimen previsional y nace el sistema de capitalización, mientras que el esquema de reparto prácticamente había que darle la extremaución.

Apenas seis años después, desatada la crisis de 2001, las administradoras de fondos de pensión (AFJP) quedaban tapadas del títulos públicos en default, que luego fueron canjeados por bonos en su mayoría atados al CER que cinco años más tarde muestran una rentabilidad anual comparativamente mayor a los aumentos otorgados en estos últimos años a los pasivos del sistema de reparto.

Pero ahora, esa rentabilidad podría volver a verse empañada con la cruzada del gobierno de matar al mensajero con la intervención del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) para contener la inflación.



Un muerto que no es tal

Y si como fuera poco, se “redescubre” que el sistema de reparto no estaba muerto y vuelve a tomar protagonismo, primero con la decisión del Estado de rescatar a casi un millón de personas que no podían acceder a una jubilación mediante la moratoria que flexibilizó el acceso al sistema previsional y ahora, con la sanción de la reforma. Con esta última modificación regresarán al sistema público más 1,5 millón de personas que fueron traspasados en forma obligatoria (docentes, científicos, trabajadores del Poder Judicial, diplomáticos y aquellos hombres mayores de 55 años y mujeres de más 50 con menos de 20 mil pesos en sus cuentas de AFJP) y los que voluntariamente se irán sumando de aquí a diciembre. Por caso, ya se traspasaron en los primeros días cerca de 150 mil personas.

Parados en 2007 y proyectando el escenario a 15 ó 20 años, organismos internacionales y consultoras observan para los regímenes previsionales de Latinoamérica un acelerado envejecimiento demográfico, crecientes dificultades para la cobertura que brindan los esquemas contributivos de pensiones y de capacidad ahorrativa por parte de importantes segmentos de la población, lo que provocará que los Estados deban destinar cada vez mayores recursos fiscales hacia los sistemas de jubilaciones no contributivos (ver aparte).

Respecto a las dudas sobre la salud del negocio para las AFJP a partir de ahora, las primeras hipótesis de algunos economistas y especialistas en temas previsionales indican que con esta reforma el padrón de los afiliados de las compañías se depurará y serán ellas que que se quedarán con la parte más jugosa del negocio: los aportantes de mayores recursos.

En tanto, sobre la posibilidad de que la rentabilidad disminuya para los afiliados en función de la reducción de la cartera, los analistas creen que esto no ocurrirá.

Al contrario, sostienen que de esta forma las AFJP podrán manejarse con una mayor soltura a la hora de realizar inversiones y moverse en el mercado de capitales, un hecho que hasta ahora estaba mucho más restringido en función de los volúmenes que manejaban. De hecho, el retiro masivo de los fondos de una AFJP en una posición de un determinado título o acción podía provocar un descalabro financiero.



Caminos a seguir

Con todos estos antecedentes igualmente los especialistas en temas previsionales consultados señalaron algunos lineamientos que se deberían tener en cuenta antes de decidir por una u otra opción:

  • Para aquellos cuyos sueldos sean inferiores a 2.000 pesos prácticamente no tendría entidad medir como éxito o fracaso si adopta una u otra opción, dado que, en principio, la variación de la potencial jubilación en el largo plazo no sería significativa. A partir de ese salario, el sistema de capitalización sería una buena opción, aunque entrarán a jugar otras variables como la edad y el sexo.

  • En el caso de ser joven, la mayoría de los analistas estima como más interesante arrancar en el sistema de capitalización y recién analizar el traspaso en los últimos diez años de aporte. Algunos supuestos realizados por diferentes consultoras proyectan que la edad del hombre para el traspaso sería en torno a los 50 ó 53 años, mientras que en el caso de las mujeres sería sobre los 43 años.

    • Todos coinciden en que la renta en el sistema de capitalización es mejor para el hombre que para la mujer, mientras que en el régimen de reparto la jubilación es la misma a igual salario. Esto se debe a que los hombres aportan por más años (hasta los 65) que las mujeres (hasta los 60) y su esperanza de vida es menor (78 contra 82), por lo cual la división que realizan las AFJP para establecer la cuota es de 13 y 22 veces en uno y otro caso. Por eso, en determinados supuestos, la diferencia a igual aporte podría ser en la etapa pasiva del 40 por ciento.

  • Estiman que pasarse al sistema de reparto no sería la mejor opción para la persona que cuenta con un sueldo alto, pero que deberán tener en cuenta que si a los 55 años en el caso del hombre, y a los 50 para la mujer, queda desempleada o cambia de trabajo y percibe un ingreso menor, perderá más que si se sale del sistema de capitalización. Esto se debe a que el subsistema público determina el haber jubilatorio en base a los últimos diez años de aportes realizados.

  • En contra del sistema de reparto plantean que los incrementos de las jubilaciones las determina el Estado y recuerdan que los últimos 15 años apenas las elevó 30% y recién tras la devaluación.

  • A favor del Estado señalan que la gente confía en él, no en su administración, sino en su permanencia después de una crisis.



    Otros escenarios

    A la hora de evaluar los pro y contras, la Unión de AFJP colocó en su web (www.uafjp.org.ar) un simulador, con un par de escenarios económicos probables en el largo plazo, que le permiten a un aportante “comparar” cuánto percibiría al momento de jubilarse en uno u otro subsistema.

    En base a esta planilla, y unos cuantos ejemplos, se podría concluir que el sistema de capitalización es más rentable para un hombre joven soltero (viudo o divorciado, cotizan igual) que gane bien, mientras que es menos favorable para quienes son: mujeres, casados y aquellos aportantes que tienen bajos ingresos.

    Pero existen casos concretos que contradicen todos los preconceptos anteriores, que refuerzan la idea de que cada persona deberá decidir finalmente en base a su realidad personal.

    Apenas un ejemplo: una mujer, de 45 años, que nunca trabajó, queda viuda y percibe una escasa pensión, por lo que se ve obligada a ir al mercado laboral.

    Pero como nunca tuvo un empleo, los 15 años de aportes no le alcanzarán para obtener una jubilación del Estado (30 años es el requisito), ni siquiera el del régimen de “edad avanzada” si continuará trabajando hasta los 70. En este caso, el sistema de capitalización sería su mejor salida, porque recuperaría a través de una renta parte los aportes que realizó en esos años.

    Frente a este panorama, desde las administradoras, abogados y contadores plantean “prudencia” antes de tomar una decisión y recuerdan que todos los cambios regirán del 1º de enero de 2008, fecha hasta la cual también se congelaron los traspasos entre AFJP y se estableció para unificar el aporte del 11% del sueldo para todos los trabajadores.

    Por lo pronto, desde administradoras admiten que deberán reformular algunos aspectos de su negocio, fundamentalmente su estrategia comercial, reforzando el área y sosteniendo el mensaje de las “bondades” del sistema de capitalización, dado que ahora los “indecisos” pasarán al sistema de reparto si antes de los primeros 90 días no optan expresamente por la decisión de ingresar a una AFJP.
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    Massa (Ansés) y Fernández cuando anunciaron el cambio de sistema.

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