"Yo no paré la fiesta porque no les quise cortar el mambo a las chicas"

Pablo pide disculpas y ruega que lo llamen quince minutos más tarde. "Quiero ver cómo salí en una nota de canal 9, después hablamos tranquilos", dice el stripper que realizó el show del escándalo en el Hogar de Ancianos Jorge Raúl Rodríguez. Son las 20.30 y su teléfono no para de sonar. Mientras tanto, la otra protagonista de la historia, la desplazada directora del geriátrico Graciela Silvero, también aparece en las pantallas porteñas diciendo una vez más lo que repitió a lo largo del día: "Fue una fiesta que no pude frenar, no les quise cortar el mambo a las chicas", asegura.

Así, el día después del escándalo que publicó La Capital y que dio cuenta de graves irregularidades en el Hogar de Ancianos de Presidente Perón y Provincias Unidas, encontró a los dos protagonistas más excluyentes de la historia -la directora y el fornido stripper- contando su experiencia en un sinnúmero de medios de todo el país.

De ese modo se fueron conociendo de boca de los propios protagonistas los detalles del particular festejo de Silvero. Es más, fue la directora quien ayer recordó que el evento se desarrolló en el comedor del geriátrico. "Era una fiesta normal, había cosas para comer y algunas bebidas. De repente las chicas empezaron a cerrar las cortinas y las persianas y yo pregunté qué pasaba. «Es un regalo para vos», me dijeron y bueno... no quise cortar el mambo", admitió.

Fue así que entró en escena Pablo, el fornido stripper que llegó hasta el geriátrico para hacer un show "cortito y súper respetuoso", tal cual le contó anoche a La Capital.

Es más, su publicación en el diario lo catapultó a Buenos Aires, a tal punto que ayer Canal 9 terminó sellando una nota exclusiva con él para hoy y literalmente se la sacó del buche al 13 por varios billetes. "Cuánto te ofrecieron? Nosotros te damos cuatro veces más", le dijo un productor porteño.

"No puedo creer lo que está pasando. Soy por un día el stripper más famoso de la Argentina", dice sonriendo y recuerda que cuando lo contrataron del geriátrico preguntó: "¿No va a haber gente mayor mirando el espectáculo?". Su miedo era que alguien tomara a mal el show. "Me tranquilizaron diciéndome que eran todas empleadas, aunque también había hombres", recordó.


"Los jovencitos no me gustan"
Por su parte, Silvero recordó ayer el momento del ingreso de Pablo al comedor. "Cierran todo y de repente entra el tipo. ¿Y yo qué le voy a decir?, no, no, no, nenito... salí de acá", aseguró.

La desplazada directora fue más allá y sentenció: "No necesito un stripper para el éxtasis. Además, los jovencitos no me gustan".

Pablo, el jovencito en cuestión, contó ayer que tiene 29 años y hace 9 que se dedica al oficio de stripper. "Empecé un verano que estaba sin un mango en Mar del Plata. En esa época tenía el pelo largo y me ofrecieron dos laburos: uno de barman y el otro de stripper", recordó, al tiempo que aseguró que al segundo le dijo que no pero cambió de opinión cuando le dijeron cuánto iba a cobrar.

Allí arrancó su carrera que continuó después por varios boliches de Buenos Aires hasta que desembarcó en las tablas del desaparecido Golden de Funes. ¿El secreto para ser stripper? "Nada, simplemente tenés que no comer nada y matarte en el gimnasio", admite desde el living de su casa y a horas de partir a Buenos Aires. Es que su show en el geriátrico lo catapultó a los sets porteños de TV, y hoy seguirá contando los pormenores de la fiesta del escándalo.

El gallito ciego. Ya en sunga, el stripper cubre los ojos de la jefa de enfermeras y despliega todo su arte a la hora de mostrar el físico.