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 domingo, 26 de febrero de 2006  
Pese al toque de queda, continuaron las represalias entre sunitas y shiitas
En Irak vaticinan "una guerra civil, que no terminará nunca"
La advertencia la hizo el ministro de Defensa, quien agregó que podrían "sacar los tanques a la calle"

Bagdad.- El ministro de Defensa de Irak advirtió ayer de "una guerra civil" que "nunca terminará" y dijo que estaba dispuesto a poner los tanques en las calles mientras la violencia sectaria entre sunitas y shiítas persistía, pese al segundo día de toque de queda en Bagdad. La virtual "guerra de religión" estalló el pasado miércoles, cuando un comando voló una mezquita y mausoleo shiíta en Samarra. Esa misma noche fueron arrasadas decenas de mezquitas sunitas y asesinadas más de cien personas. Los sunitas, que ya se sentían perseguidos por las fuerzas policiales dirigidas por los shiítas, se retiraron de las negociaciones para formar un gobierno de unidad nacional. El atentado de Samarra, atribuido a la rama iraquí de Al Qaeda (ver aparte) tuvo así pleno éxito en su objetivo político. Ayer, sin embargo, hubo un encuentro entre líderes religiosos de ambas ramas del islam y el bloque político sunita se mostró dispuesto a retomar negociaciones para formar el nuevo gobierno.

Tras extender la prohibición al tránsito en la capital hasta el lunes luego de los enfrentamientos en los alrededores de las mezquitas sunitas y del estallido de un coche bomba en la ciudad santa shiíta de Kerbala, los líderes trataban de acabar con las represalias cruzadas desatadas desde el miércoles, luego de la voladura de la Mezquita Dorada de Samarra.

Clérigos sunitas y shiítas se reunieron para buscar una estrategia conjunta en la mezquita sunita más sagrada de Bagdad, lugar de uno de los enfrentamientos durante la noche anterior.

La actual es la crisis más grave desde la invasión de 2003 y amenaza el difícil proceso democrático, que había tenido un nuevo impulso luego de las exitosas elecciones de diciembre pasado. De las urnas había salido reforzada la minoría árabe sunita, que se había negado a participar en los anteriores comicios. Sin embargo, la inevitable victoria de los partidos shiítas, dado que 60% de la población pertenece a esa rama del islam, mantuvo a una parte de la minoría sunita refractaria a las arduas negociaciones para formar gobierno. Cuando se estaba en pleno diálogo, estalló el santuario de Samarra.

"Si estalla una guerra civil en este país, nunca acabará", alertó el ministro de Defensa, Saadoun al-Dulaimi, miembro de la minoría sunita en el gobierno interino liderado por los shiítas. "Estamos preparados para llenar las calles de vehículos blindados", advirtió.

Dulaimi llamó a la calma y dijo que se había "exagerado con la cifra de muertos", provocada por la ola de represalias, que él estableció en 119 desde el atentado en Samarra. Pero sólo en Bagdad se informó que más de 200 personas han muerto desde el inicio de la violencia sectaria, según fuentes policiales.

Entre tantas malas noticias, el mayor bloque político de la minoría sunita dijo que podría poner fin a su boicot de las negociaciones para formar el gobierno de unidad nacional. Sin embargo, el clérigo sunita iraquí más importante, Harith al-Dari, culpó a la policía shiíta de atacar su casa y dijo a la cadena de televisión Pan-Arab en medio del tiroteo: "Esta es una guerra civil declarada unilateralmente". Posteriormente, representantes de la Asociación de Ulemas, de la que forma parte Al-Dari, se reunieron con sus homólogos shiítas.

El gran ayatolá shiíta Ali Al Sistani -la máxima autoridad de esta rama del islam en Irak- instó a los líderes tribales a "desempeñar su papel en la seguridad", después de que un coche bomba provocó la muerte de ocho personas e hirió a 31 en la ciudad santa de Kerbala, próxima a Nayaf, donde reside Sistani.

Asimismo, la policía halló los cadáveres de 14 de sus integrantes cerca de una mezquita sunita atacada durante la noche. Hombres armados mataron a 13 miembros de una familia sunita cerca de Bakuba, al noreste de Bagdad y tres hombres de seguridad murieron en un ataque al cortejo fúnebre de una conocida periodista iraquí asesinada cuando cubría el atentado de Samarra del miércoles.
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Una familia sunita fue exterminada en la ciudad de Bakuba.

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